jueves, 26 de enero de 2017

Este jueves, un relato: "Soledades"




“Mamá, hoy sí que no puedo ir al cole, estoy malo de verdad, me duele mucho la cabeza y tengo angustia”. Cada mañana, Alfonso trataba de poner algún pretexto para no ir a clase, pero de poco le servían las excusas. De lunes a viernes allí estaba él, entre las paredes del edificio que, de un tiempo a esa parte, se había convertido en una cárcel en la que recibía la peor de las torturas.

Nada más llegar, notaba las miradas de desprecio de sus compañeros y escuchaba los primeros insultos: cuatro ojos, empollón de mierda, feo, gordo asqueroso,  ¿a dónde vas con esa cara? ... Intentaba ignorarlos, pero ni pasando de ellos lograba que terminasen.

Ya en el aula, enseguida se le acercaba algún niño a su pupitre para quitarle algo de material escolar, con las consiguientes risas y mofas del resto de alumnos. A veces, otro le daba un pescozón e incluso en más de una ocasión le escupían en la mesa o ponían un chicle en la silla para que se le quedara pegado al pantalón.

Las horas lectivas se le hacían eternas, pero lo peor, sin duda, eran los recreos. Solo él y quiénes lo sometían a las peores vejaciones, conocían todo cuanto acontecía en esos minutos de descanso.

Alfonso no sabía cómo hacer frente a la situación. Ya no le quedaba ni un solo amigo y eso, sumado al acaso que recibía por parte de la mayoría de sus compañeros, estaba haciendo que cada vez se encontrara más triste, sin tan siquiera gana de salir con la bici por miedo a encontrarse con alguno de esos niños por la calle.

Nada más llegar a casa y comer lo poco que su pequeño y medio cerrado estómago le aceptaba, se encerraba en su habitación, dónde sus padres pensaban que jugaba a la videoconsola y hacía los deberes, sin ser conscientes de que pasaba más tiempo llorando e intentado dormir para olvidar, que haciendo otras cosas propias de niños como él.

Aquel día, creyó haber llegado al límite. O ponía una solución a su problema ya, o acabaría tirándose por el balcón o cometiendo cualquier locura parecida. Llegó al colegio y al primer insulto recibido, reaccionó sacando toda la ira y rabia que tenía acumuladas. Se miró las manos ensangrentadas y observó a Matías tirado en el suelo, dolorido, abrumado por una situación que muchos podían haber evitado y que ahora lamentaban. Ya era tarde. Entre todos, habían logrado acabar con la inocencia de Alfonso, le habían arrebatado su niñez.


Más historias sobre soledades en el blog de Pepe

17 comentarios:

  1. Encerrado en un laberinto de despropósitos, la crueldad con que unos seres humanos castigan al más débil, es por desgracia la cizaña en muchos colegios.
    Un beso

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  2. Qué pena de Alfonso, aunque al final lo solucionó.
    Besos.

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  3. La soledad impuesta a base de acorrarlar al más debil.Cruel doblemente al tratarse de niños.
    Un relato muy bien llevado Cris.
    Besos.

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  4. Buenas tardes Cristina , fabuloso relato él que nos has escrito además por desgracia vigente en muchos hogares , hoy los niños que son acosados en clase por sus compañeros tienen un tremendo problema , a parte de su autoestima que se la quitan por completo cuando llegan a casa se sienten mal pq a veces no saben como decirles a sus progenitores que son acosados en el colegio .
    Es una soledad terrible , que por supuesto hay que poner soluciones.
    Un buen relato
    Un abrazo.

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  5. Intento pensar que no son conscientes del daño que dejan en una persona con estas actitudes, le acompañará siempre. Unos que juegan y otros por miedo amilanan a una persona hasta aislarla...
    Besos!!

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  6. Terrible relato. Los seres humanos a veces pueden ser tan crueles, tan malos. Creo que si tuvieran idea del daño que causan pensarían más antes de hacer lo que hacen.
    Un abrazo.

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  7. Debe ser una de las soledades más terribles y más a esa edad.
    Un relato muy interesante.

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  8. Alguna vez me dijeron, "los niños son crueles", me asombré y dudé de ello, luego llegué a creer que sí, que era cierto, pero lo cierto es que, en actitudes así hay falta de valores en el núcleo familiar, eso siento.
    Desgarrador relato, un abrazo, Cristina

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  9. ¡Hola! trrible relato. Siempre lo he dicho y lo repito: los niños son crueles. Y si no hay quien los contenga y quien vea los pedidos de ayuda que dan los niños que sufren por culpa de otros, pasan estas cosas.

    ¡Un abrazo!

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  10. Qué triste y que actualmente habitual. Trabajo en un colegio y me da tristeza como el nivel de violencia aparece cada vez en edades más tempranas. Me da miedo por mis hijos. Me aterrorizaría que no tuvieran la confianza suficiente para explicarme si les pasa alguna vez una situación así. Un abrazo. Maribel

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  11. Un acoso escolar que lleva al acosado a una soledad no deseada que lo hunde y aniquila. No creo que los niños sean especialmente crueles. Sus conductas son aprendidas y habría que preguntarse donde, cómo y porqué las adquirieron para tratar de cambiarlas.
    Un fuerte abrazo.

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  12. Esa es una forma de soledad. Y dificil de afrontar.
    Tal vez haya tomada la unica opción que le quedaba.
    Saludos.

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  13. Esa soledad de la que muchos padres ni se enteran. Pienso que la crueldad en los niños es aprendida y que el resto actua como ovejas en un rebaño, pero no es esta la finalidad de nuestros colegios? No se han convertido en un lugar de alineacion donde aprenden a no pensar? Los padres no han pasado a ser complices silenciosos de pequeños tiranos? Bueno no sigo porque me extenderia y mucho en una historia que no es nueva, mi hermano que ahora tiene 63 años tambien sufrio acoso, era un niño timido y con gafas, recuerda su infancia acompañado siempre por la tristeza y la depresión. Muy buen escrito, besos.

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  14. Nos has planteado una vertiente de la soledad verdaderamente terrible y que ocurre mucho en esta sociedad. En esta ocasión tu protagonista reaccionó de una forma agresiva porque no le quedó más remedio, pero podría haber acabado incluso con su propia vida. Me ha gustado mucho. Encantada de leerte de nuevo, Cristina.
    Un beso

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  15. Una soledad que actualmente y lastimosamente se está viviendo en las escuelas de todo el mundo. Menos mal, que en algunos países están poniendo leyes estrictas a todo aquel que cometa acto violento, como también a todo aquel que no lo impida, estando dentro de sus posibilidades. Los padres deberían de llevar la más alta penalidad. Pobre chico, al menos se defendió, pero como dices, su inocencia se ha transformado a otro nivel. Buen relato.
    Saluditos

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  16. Estas cosas pasan más a menudo de lo que desearíamos, y muchos miran para otro lado. Muy triste.
    Un abrazo

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  17. Esa sí que es una fea soledad. Dañina, evitable, condenable.

    Buen relato!
    saludos

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