Aun no entiendo cómo pudo
ocurrir. A pesar de no llevar dinero en el bolsillo y de tener pensado regresar
a casa en unos veinte minutos, terminé en el bar de Tony, bebiendo chupitos
mientras le contaba mis penas. Tengo vagos recuerdos de esa tarde. La cosa
debió de ponerse fea cuando entraron aquellos tipos. Eran cuatro, de aspecto
extraño, no dejaban de mirarme y cuchichear entre ellos. Yo andaba un poco
mareado, nunca antes había probado esas pastillas de colores que Tony solía
ofrecerme, pero que siempre declinaba tomar. Fui al baño a lavarme un poco la
cara para despejarme cuando me encontré con una araña gigante que movía sus
patas como si estuviera tocando el piano. Me reí, aquello no tenía ni pies ni
cabeza, pero era divertido. Lo estaba pasando bien, parecía un videojuego.
Desperté al día siguiente, en una habitación de hospital. En
realidad no era consciente del tiempo que llevaba allí, ni de quién me había
llevado, tampoco recordaba qué sucedió tras las risas y los destellos de luz
que mis dilatados ojos observaban por todas partes. Mis padres me miraban
callados, incrédulos, totalmente decepcionados.
Pensé en lo que había hecho el día anterior y fue ahí cuando me di cuenta de que había
metido la pata hasta el fondo. Miré el reloj, ya no había solución. Maldije el
instante en el que decidí salir a despejarme. Los apuntes me agobiaban y
necesitada un descanso. En esos mismos instantes, en la Universidad, comenzaban
los exámenes de selectividad para los que tanto tiempo había estado
preparándome.
Más relatos sobre la caer en la tentación en el blog de Leonor
Más relatos sobre la caer en la tentación en el blog de Leonor