Sé que nadie me creerá cuando lea esta historia, pero sucedió así, tal cual os la voy a contar. Aquella tarde, aproveché que el sol lucía cómo nunca para dar un paseo hasta el paraje de Cánava. Me puse ropa deportiva y salí a caminar disfrutando del paisaje primaveral, que ya empezaba a hacerse presente en el parque, lleno de flores y follaje. Andaba abstraída en mis pensamientos cuando escuché un extraño ruido procedente de los matorrales cercanos al quiosco de helados. No me asusté, al contrario, la curiosidad y un valor impropio de mí, me llevaron a buscar el origen de aquel sonido. Seguramente fuera un gato, tal vez una ardilla, pero no, cual fue mi sorpresa al encontrarme con un entrañable y conocido hobbit, si, ese en el que estáis pensando los fan de “El Señor de los Anillos”, ¡era el mismísimo Frodo Bolsón!
Debía tratarse de un espejismo, quizás sufría alucinaciones por el calor, a lo mejor me había dado un vahído y no era consciente de la realidad o puede que me hubiera quedado dormida y estuviera soñando. Tenía que haber una explicación lógica para aquello. Pero no, todo era tan real cómo el verde de las hojas de los árboles. Frodo me dijo que no temiera, venía de un largo viaje, estaba algo cansado, pero con ganas de adentrarse en la sierra de mi pueblo. "¿Por qué no vamos al campo y te cuento mi historia por el camino?", me dijo. Parecía simpático y necesitaba ayuda. ¿Quién era yo para negársela?
Entre olivares, me comentó que venía de muy lejos. Su tío Bilbo le había legado un anillo que poseía enormes poderes y un tal Golum, al que seguro que todos conocéis, lo estaba persiguiendo para conseguirlo. Además, tenía una misión entre manos, junto con ocho compañeros de la denominada “comunidad del anillo”, pero se había perdido, y al primero que tenía que encontrar era a Sam, que seguro que andaba preocupado porque iban juntos cuando desapareció.
Pasé una divertida tarde con él, escuchando con atención sus aventuras. No me explicaba cómo había podido dar a parar a Jimena, pero eso era lo de menos, estaba encantada de haberlo conocido y de ayudarle a reencontrase con Sam, que estaba en el Pilar del Moro reponiendo fuerzas con el agua que mana de él. Me despedí de ellos, empezaba a anochecer y en casa ya extrañarían mi ausencia. Agradecieron mi colaboración y prometieron volver algún día por mi pueblo, cuando lograran culminar su misión. Así que ¿quién sabe? Puede que pronto reciba una visita inesperada. J
Más historias sorprendentes con personajes invitados en el blog de la Loquita diplomada, que se llama igual que mi pueblo, JIMENA
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