martes, 30 de diciembre de 2014

2014, un año para recordar




Ahora que 2014 llega a su fin, puedo decir, sin duda alguna, que ha sido un año estupendo para mí, lleno de buenos recuerdos compartidos con personas maravillosas. Después de mucho tiempo en paro, empecé a trabajar con mi hermana en la farmacia. Además, tras meses de estudio, aprobé el B1 de Inglés, algo que resultó difícil, pero no imposible cómo pensaba al principio.


Fue, también, un año cargado de bodas. En marzo, Rubio y Tere; en julio, David y Puri; en agosto Diego y Bea, mi amiga de toda la vida, con la que he compartido tantos momentos desde la infancia y que me concedió el privilegio de ser testigo de su enlace. Por último, en el puente de octubre, Luisca y Ana.  Además, otras parejas dieron la noticia de enlaces futuros, entre las cuales nos incluimos José Alberto y yo (por si alguien no se había enterado aún). 


En el año que termina, no faltó el fútbol. El 11 de enero Mamen y yo estuvimos en el Vicente Calderón viendo el partido Atlético de Madrid – Barcelona de Liga, competición que, por cierto, ganó mi querido Atleti, quien también se hizo con la Super Copa de España frente al eterno rival, el Real Madrid. Con este equipo se disputó la final de la Champions, un trofeo que se fue a la capital de España, si, pero al estadio equivocado. De todas formas, es un partido del que prefiero no hablar, en el que todo cambió, en cuestión de minutos, con el gol de Sergio Ramos. A menor escala, José Alberto y yo nos  sacamos el abono del Atlético Mancha Real, gracias al cual pasamos unos divertidos domingos en los que combinamos amistad, deporte y diversión.



Hubo viajes para recordar. En mayo un completo fin de semana en Granada en el que José Alberto y yo disfrutamos de un gran concierto de Estopa, visita a la Alhambra, paseo por la ciudad y visita también al Parque de las Ciencias. En noviembre otra escapada, esta vez junto con el resto de la familia, a Madrid, donde celebramos nuestro aniversario viendo el musical del Rey León y visitando bellos rincones de la capital. Antes, en verano, una semana de vacaciones en Fuengirola, donde también pasamos muchos fines de semana compaginando playa, descanso y familia.


Fue un año en el que conocí a mucha gente, buenas personas con las que espero seguir compartiendo gratos momentos. Hubo quedadas con los amigos, varias cenas, muchas fiestas y esos domingos que, a estas alturas, se han convertido en un clásico. Y todo ello siempre en la mejor compañía, José Alberto, con quien sé me esperan muchísimos momentos que compartir no solo en 2015, sino durante el resto de años que quedan por venir.


















No quería terminar este repaso del año sin agradecer a todos los que me han acompañado a lo largo de los 365 días de 2014. En especial a mi familia y amigos. Quiero hacer también una mención especial a mis sobrinos, esos que alegran la casa y nos llenan a todos con sus sonrisas y ocurrencias. Carlos y Alejandro, los pequeños de la familia.


Para 2015 solamente pido, como siempre, mucha salud y seguir teniendo cerca de todos aquellos que quiero. ¡Feliz año nuevo! Y a esperar que nos sorprenda gratamente.


jueves, 18 de diciembre de 2014

Este jueves, un relato: "Una amistad especial"




A mis amigos

Amistad es sentir que hay personas que siempre están junto a ti.

Cuando todos desaparecen, allí siguen, apoyándote sin desistir.

Te ayudan, te animan, y si hay que hacer una fiesta, son la mejor compañía.

Conocen tus secretos y los guardan por siempre.

Muestran fidelidad, de compartir con ellos nunca te arrepientes.

Si encuentras unos cuantos amigos, que te hagan sentir especial,

ten por seguro, que nunca te han de fallar.

Amistad verdadera, ¡que precioso regalo! Cuídala, no la pierdas.

Amistad, hermosa palabra, nunca te olvides de conservarla.


Si te apetece conocer a quienes considero mis mejores amigos, lee esta entrada http://conunasonrisaa.blogspot.com.es/2014/06/la-verdadera-amistad.html, creo que te gustará y es una aportación más a este bonito jueves propuesto por San. (ahí otra rima, ya veis, hoy me ha dado por ahí, jeje) 

Más historias sobre amistad en el blog de San

martes, 25 de noviembre de 2014

Última convocatoria



Aquellos eran otros tiempos en los que poca gente podía permitirse el lujo de estudiar una carrera universitaria. Juan fue uno de esos afortunados. Sus padres habían hecho todos los esfuerzos posibles con el fin de que llegara a ser un hombre bien preparado, que alcanzara una buena posición social en el futuro. “Derecho, hijo, creemos que es la mejor elección”, le decían. “Imagínate llegar a ser un distinguido abogado”.

            Él aprovechó la oportunidad. A pesar de que la carrera no le entusiasmaba demasiado, estudió con ahínco, obteniendo unas magníficas notas año tras año. Pero hubo una asignatura que se le atravesó desde el primer momento. No había manera. Por más que se la preparaba, siempre suspendía. Poco a poco, agotaba las convocatorias, hasta que llegó el momento de presentarse al último examen que le estaba permitido realizar. Si no aprobaba, tendría que solicitar la convocatoria de gracia, y le constaba que no era tan fácil de conseguir.

            La presión hacía mella en Juan, a quien le invadían el miedo y los nervios de enfrentarse a lo que él mismo pasó a considerar “el juicio final”. Era ahora o nunca, todo o nada, finalizar sus estudios con éxito o terminar con la confianza que sus padres habían depositado en él. Estas y otras muchas ideas se pasaban por su cabeza impidiéndole conciliar el sueño y cerrándole el estómago cada vez que se sentaba a la mesa a comer. Si no lograba controlar aquellos nervios, le sería complicado concentrarse para hacer el examen de su vida.

            Aquella mañana, Juan madrugó para llegar con tiempo de sobra a la facultad. Tan solo un par de horas le separaban de culminar con su agonía. Deseaba decir adiós a la Universidad y a todo lo que tuviera que ver con libros y apuntes. Soltó la carpeta a la entrada del aula y se sentó en una de las primeras mesas. La suerte estaba echada.


            Gutiérrez, el temido profesor, ordenó a los alumnos que guardaran silencio. El catedrático comenzó un discurso, que los jóvenes no entendían muy bien a que venía. “Cómo ya sabéis, este es mi último curso en la facultad, después de muchos años dando clase a generaciones y generaciones de estudiantes en esta Universidad, ha llegado el momento de mi jubilación. Hoy es mi último examen. Estoy muy agradecido a todo lo que esta profesión me ha dado, por lo que me gustaría haceros un regalo. Y que mejor que un aprobado general, así seguro que guardáis de mí un buen recuerdo, y no el de aquel profesor hueso que os amargó la existencia. Gracias por todo, chavales. 

jueves, 9 de octubre de 2014

Este jueves, un relato: "Encrucijada"





NOTA: Este jueves, Pepe nos propone como tema "encrucijada" y yo, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid (como se dice popularmente) comparto con vosotros este texto que escribí hace un par de semanas para la Asociación Literaria Café de Palabras, al que precisamente titulé "Encrucijada en el Peñón".  

Encrucijada en el Peñón 


Yo, Charly, como máximo dirigente de la comunidad simia de Gibraltar, os he reunido aquí, queridos hermanos monos, para exponer los peligros que nos acechan y debatir posibles soluciones.

Hace tiempo que españoles, ingleses, llanitos, en definitiva, humanos todos, se quejan de nuestra presencia en el Peñón. Aseguran que molestamos a residentes y turistas, que somos agresivos y dañamos la imagen de la ciudad. Se quejan, además, de que generamos suciedad y malos olores, pero lo peor de todo es que consideran que manifestamos una actitud violenta ante ellos.

Según mis informaciones, las autoridades planean deportar a más de un centenar de nosotros debido a ciertos casos de robos y ataques producidos en los últimos tiempos por algunos macacos aquí presentes.

El Gobierno del Peñón ha decido tomar esta decisión al considerar que, en palabras textuales, “ya no tememos a los humanos”. Creen que es la mejor medida, pues otra sería el sacrificio, algo que, de momento, no contemplan.

Desde aquí os ruego que mejoréis vuestro comportamiento. Lo que para vosotros es una broma, puede resultar un delito para quienes resultan víctimas de dichas acciones. No es lícito robar ni agredir a quienes nos dan de comer pues, al fin y al cabo, son ellos los que mandan y no nosotros. Aunque, claro está, esto podría cambiar.

Llegados a este punto, se nos plantean dos posibilidades. Entregarnos e intentar mejorar nuestra actitud. Revelarnos y comenzar una lucha para conquistar el territorio. Que nadie se olvide de que nuestra presencia aquí es anterior a la de los ingleses, así que, en realidad, este terreno nos corresponde más a nosotros que a ellos.

Es nuestra obligación  mantener la especie, defender nuestro espacio y pelear por lo que nos pertenece. Así que, estimados amigos, os insto a que manifestéis vuestra opinión aquí y ahora, de manera libre, con el fin de tomar una decisión que resulte lo más beneficiosa posible para todos.

Sin más, paso al punto de ruegos y preguntas. Gracias por vuestra atención. Confío en vuestro buen criterio y sensatez a la hora de tratar este importante asunto.  

Más historias de encrucijadas en el blog de Pepe 

jueves, 25 de septiembre de 2014

Este jueves, un relato: "habla del silencio"



Miradas
Te miro sin decir nada.
El silencia nos rodea,
sobran las palabras.

Tus ojos nunca mienten.
Los observo con atención
y me dicen lo que sientes.

Te miro, dejando el tiempo pasar.
A veces una mirada basta.
Mis mejillas, dicen la verdad.

Y así, entre abrazos y miradas,
compartimos la vida,
alimentamos el alma.

Más historias sobre el silencio en el blog de Nieves



jueves, 4 de septiembre de 2014

Herida profunda




Resulta increible comprobar cómo su mente se deteriora sin descanso. Ella, que siempre destacó por su alto coeficiente intelectual, muestra ahora un aspecto digno de lástima y compasión.

            “Nadie se hace a la idea de lo duro que es ver a tu hija así”. Repite su madre. “Una enfermedad mental es lo peor que te puede pasar, lo peor, y encima no tiene cura”. A Aurelia le cuesta asimilar la situación, pero se ha prometido a sí misma ser fuerte y luchar por la salud y el bienestar de la que aún considera “su pequeña”.

            Rosa pasea por la calle en camisón, fumando compulsivamente y propinando insultos a los viandantes que la miran con una mueca de pena en sus labios. En el pueblo todos la conocen y no tienen en cuenta sus bajones y recaídas.
           
            A veces, la lucidez la visita y no duda en preguntar a la gente que encuentra en su camino si le pasa algo si no sabe nada, que ella no tiene estudios y la quieren nombrar ministra. Y ahí es cuando su mente se vuelve a nublar y Rosa se adentra en su particular mundo.
           
            Para ella no importa si es lunes o domingo, si llueve o hace sol o si la crisis azota el país. Mañana, una vez más, tomará las medicinas de su tratamiento mientras Aurelia confía en que la jornada transcurra sin sobresaltos que alteren la rutina.

            Poca gente conoce el origen del mal que padece Rosa. Un secreto que Aurelia guarda en lo más profundo de su corazón. De puertas para fuera, extraña el cambio tan grande que la joven dio casi de la noche a la mañana. En casa, sin embargo, la herida ya no sangra, pero jamás cicatrizará. Es algo tan doloroso, que madre e hija nunca han vuelto a hablar del tema, prefieren obviar esa etapa de sus vidas e intentar seguir adelante, pero los fantasmas son fuertes y muestran su presencia en cualquier momento y lugar.

            Atrás quedaron las marcas del cuerpo, los moratones y algunas quemaduras situadas estratégicamente en zonas ocultas por la ropa. Eran otros tiempos, en los que ni siquiera se contemplaba la idea de denunciar. Nadie tiene derecho a maltratar a nadie, y mucho menos a un hijo. Agustín ya no está, pero sigue presente en la memoria de Rosa, cuyas heridas físicas llegaron a sanar, pero a quien las psíquicas acompañarán durante el resto de su vida.    

jueves, 28 de agosto de 2014

Este jueves, un relato: "robos"



Lo suyo fue un atraco en toda regla. Sin violencia ni premeditación, pero tan fuerte que le resultó imposible zafarse de su ladrón. El caso es que no le importaba. Si, habéis leído bien, no sintió rabia, ni impotencia, ni siquiera echaba en falta aquello que había perdido.
            Su vida cambió a partir del robo. Una fuerza inusitada se apoderó de ella y le impidió volver a ser la que era. Daba la sensación de que había sido víctima de un hechizo.
            No pudo regresar a casa. El ladrón la cautivó de tal manera, que resultó atada a él de por vida. Estáis equivocados si pensáis que se enamoró perdidamente, que algún hombre le robó el corazón. No entraba en sus planes tener pareja, pues detestaba la idea de depender de una persona el resto de sus días. Fue algo aún más íntimo y personal.
            Aquel viaje le había devuelto la libertad. Desde el primer día de estancia en ese bello país, supo que no podía volver. Prefería dejar atrás una existencia plana, vacía, carente de emociones, insípida… Le sobraban los adjetivos para describir la que hasta entonces había sido su vida. El contacto con la naturaleza despertó en ella la necesidad de alejarse de su cautiverio. Ya no tendría obligaciones, en sus días no existiría el agobio. Dejaría de padecer ansiedad y de respirar aire contaminado.
            Se dio cuenta de que nada ni nadie la ataba al que hasta entonces había sido su hogar. Necesitaba espacio, aire puro y tranquilidad, sobre todo mucha tranquilidad. Aún hoy sigue dando las gracias al ladrón, o mejor dicho, ladrona, que le robó el pasado en aquel viaje con  billete de ida, pero no de vuelta. Aún hoy sigue agradecida y orgullosa de ser víctima de su ya amiga LIBERTAD.
Más historias sobre todo tipo de robos en el blog de Encarni

lunes, 25 de agosto de 2014

¡No va más!



No era consciente de que su avaricia había llegado a límites insospechados. La frecuencia de sus visitas a aquel lugar aumentó de manera tan desproporcionada, que los trabajadores comenzaron a alarmarse.

            Todo empezó cómo un  pequeño juego, atractivo, eso si, pero sin peligro aparente. Pensó que, en los tiempos que corren, cualquier intento de mejorar la situación económica es lícito y viable. Todo fuera por el bien de su familia.
           
Sin embargo, la esperanza de ganar dinero de manera fácil y rápida se desvaneció. Al principio se jugaba unos cuantos euros en las tragaperras, después añadió un par de décimos de lotería a la semana, a los que también unió visitas esporádicas al bingo y alguna que otra partida de póquer en el casino.

El casino, ¡ay el casino! Esa fue su perdición. Entrar en él y verse rodeado de personas ávidas de dinero, le incitaba a apostar y apostar en la ruleta. Le gustaba el tacto y el color de las fichas, los números impares y los negros, la incertidumbre al ver moverse la bola por entre las diferentes casillas de la ruleta sin saber dónde iba a terminar… Todo esto le despertaba la curiosidad y el deseo, especialmente este último.

Llegó un momento en el que lo de menos era perder dinero, eso ya no le importaba. Necesitaba satisfacer su necesidad de apostar, de jugarse el pan de su familia sin a penas darse cuenta. Fundía los pocos ahorros que le iban quedando en fichas que se perdían por entre el agujero de la mesa hacia el que las dirigía el crupier después de cada ronda.

Y ahí sigue, noche tras noche, en su particular cárcel. Cuatro paredes llamadas CASINO de las que no sabe cómo salir mientras una empleada, a la vez que su cartera, grita ¡No va más!  

jueves, 3 de julio de 2014

Este jueves, un relato: "un momento especial"



Su vida lleva implícita la palabra esfuerzo. Nadie le regaló nada y, aún así, había logrado llegar a lo más alto.

            Desde que nació, tuvo que luchar contra las adversidades en un mundo en el que impera la crueldad. Siempre murmullos a su paso. Pocas veces una palmadita en el hombro, salvo de sus familiares y amigos más íntimos.

            Sacar adelante una carrera, a priori, está al alcance del todo el mundo. Con estudio y constancia, es posible aprobar hasta la más difícil de las asignaturas. El problema llega cuando se cuenta con una desventaja, un escollo que te acompaña desde el nacimiento y con el que has de saber convivir.

            El rector de la Universidad pronunció su nombre. El salón de actos se puso en pie para dedicarle una sentida ovación. La licenciatura en Derecho ya era suya. Nada ni nadie, ni siquiera su parálisis cerebral, habían logrado detener su sueño: concluir sus estudios universitarios para satisfacción de sus orgullosos padres. 

Más momentos especiales en el blog de Pepe

jueves, 26 de junio de 2014

Este jueves, un relato: "escenas de playa"





Una vez más, se despierta sobresaltada. Hay una imagen que no puede quitarse de la cabeza desde que su hijo le enseñó aquella inquietante fotografía en el teléfono móvil. Pedro es guardia civil y trabaja en la costa de Almería. Por su profesión, está acostumbrado a ver de todo. Ella, en cambio, no es tan fuerte cómo para lograr que ese tipo de situaciones no le afecten.

Solo vio la imagen unos segundos, los suficientes para que se acomodara en su mente y perturbara sus pensamientos. ¿Quién sería esa persona? Se preguntaba. ¿Qué edad tendría? ¿Andaría metido en algo ‘raro’? Puede que perteneciera a alguna mafia o tal vez se dedicara al tráfico de drogas. Su muerte quizás se debió a un ajuste de cuentas.

Le parece raro que la prensa no se haya hecho eco de la noticia todavía. ¿A caso aparecen cadáveres envueltos a la orilla de la playa todos los días? En la foto se aprecia un cuerpo perfectamente envuelto en una tela blanca, que se amolda a su silueta con grandes tiras de cinta adhesiva negra. Es un paquete hecho a conciencia.

Piensa en la macabra imagen con la que se abran topado los agentes una vez despojado el bulto de las capas que lo cubren. ¿En que grado de descomposición estará? ¿Será posible su identificación? Debe tener muy mal aspecto. ¡Que horror!

            Continúa inmersa en sus elucubraciones sobre las causas de aquella muerte, cuando intenta ponerse en la piel de la muchacha que avisó a la Policía. Pedro le había contado que iba con su perro por el paseo marítimo, de buena la mañana, cuando vio un extraño bulto al fondo de playa, cerca del agua. Movida por la curiosidad, la joven se acercó comprobando que se trataba de un cadáver. Eso es, al menos, lo que dijo en su primera declaración ante los agentes. ¡Pobrecilla! ¡Menudo mal rato tuvo que pasar!

            Tras unas cuantas noches sin dormir, Pedro sorprende a su madre con una noticia que la deja en shock. Los compañeros que investigan el caso acaban de detener a la joven que comunicó el macabro hallazgo por serias sospechas de su implicación en un asesinato. ¡Y pensar que sentía lástima por ella…!

Más escenas de playa en el blog de Chelo  

martes, 17 de junio de 2014

La verdadera amistad


Con la aparición de las nuevas tecnologías son muchos los que presumen de tener centenares de amigos por el mero hecho de poseer un gran número de contactos en las redes sociales (léase tuenti, twitter y facebook entre otras). La mayoría de las veces, se trata de personas conocidas con quienes a penas intercambian unas palabras o incluso gente a la que han conocido a través de internet. ¿A esto lo llaman amistad?

Os propongo un juego: analizar vuestra lista de “ciberamigos” a fin de encontrar quienes son realmente los verdaderos.

Primero, seleccionad aquellos con quienes habéis estado de fiesta alguna vez o habéis mantenido una conversación de más de diez minutos sobre temas que van más allá del tiempo o la actualidad.

¿Habéis reducido vuestra lista? Pues continuemos.



 
Ahora, comprobad de cuántos de los que quedan tenéis su número de teléfono personal. Van quedando menos ¿verdad?

No os desaniméis. En materia de amistad vale más la calidad que la cantidad.

Por último, la prueba de fuego. Quedaros con los que han permanecido a vuestro lado en los momentos difíciles, cuándo necesitabais aliento y fuerzas para continuar. Quienes conocen detalles importantes de vuestra vida. Los que no han faltado a vuestros cumpleaños y otro tipo de celebraciones especiales. En definitiva,  aquellos que sabéis que siempre van a estar ahí y con los que estáis seguros que podéis contar en cualquier momento aunque vivan lejos y no los veáis con la frecuencia deseada.

¿Con cuántos amigos verdaderos contáis?

Supongo que os sobra con los dedos de una mano para contarlos, unos cuantos de la otra a lo sumo.

La amistad es un precioso regalo difícil de alcanzar pero que, una vez conseguido, es capaz de permanecer inalterable a pesar de la distancia y el paso del tiempo.

Desde aquí, quiero hacer una mención especial a quienes considero mis verdaderas amigas: Ana, María, Bea y Estefanía. Claro que tengo muchas más, y también amigos, pero estas cuatro son especiales, han caminado conmigo desde que era pequeña y son con las que más confianza tengo y más momentos de todo tipo he compartido. Me siento muy orgullosa de ellas y sé que han estado, están y estarán siempre ahí. ¡Va por vosotras, AMIGAS! ¡Sois muy grandes!    


 

martes, 10 de junio de 2014

El atolladero




Vivo en un lugar privilegiado. Nunca me aburro. Desde mi escondite observo a todos aquellos que se adentran en el bosque sin saber con qué se van a encontrar. Este sitio es oscuro, siniestro, con un halo de misterio que sobrecoge a cualquiera. A cualquiera menos a mí, que estoy más que acostumbrado a frecuentar  estas tierras.

            Lo que más me gusta es el laberinto. Quienes caen en él, no suelen contarlo. Una vez que pisan su árido suelo, comienzan a escuchar ruidos extraños, teniendo la sensación de ser perseguidos durante todo el recorrido. Notan que alguien roza su piel y el bello se les eriza. A esto hay que unir la sensación de pánico, nerviosismo y terror de la que les es imposible deshacerse.

            Orientarse en medio de la oscuridad es realmente difícil. Las víctimas del laberinto, a las que yo no dudo en asustar con mis peculiares maullidos, dan vueltas sin cesar, movidos por impulsos de procedencia desconocida. Poco a poco, la desesperación se apodera de ellos por completo y los envuelve en una locura que nunca pensaron padecer. Gritan, pero nadie los oye; corren, sin dirección; maldicen el momento en que decidieron vivir esa aventura.

            Finalmente, llega el desenlace. La mayoría mueren por un ataque al corazón, otros debido a fuertes brotes psicóticos insoportables para el cuerpo humano. Los más fuertes, fallecen por cansancio e inanición. Pero nadie, ni tan siquiera uno de ellos, logra salir del laberinto.

            Os dejo, ha caído la última víctima, llega la hora repartirnos este rico manjar. Y es que, aquí, nunca nos falta el alimento. ¡Me encanta la carne humana! 

jueves, 5 de junio de 2014

Este jueves, un relato: "mundo laboral"



El suyo no es un trabajo común. Lo ejerce por cuenta propia, sin jefe, contrato, seguridad social ni horario establecido. Normalmente, solo se permite la noche para descansar.

No conoce el derecho a huelga, los festivos o días de asuntos propios. No dispone de oficina ni sitio fijo en el que desarrollar su labor.

El salario que obtiene no depende solo de la cantidad de horas que trabaja, sino también de la generosidad de aquellos a los que va dedicado su tiempo y empeño.

Siempre le acompañan una sonrisa en la boca, un puñado de papeles en el bolsillo, palabras sinceras y su herramienta de trabajo. Nunca se separa de ella, pues la necesita para conseguir dinero de la manera más honrada que conoce: haciendo aquello que mejor sabe hacer.

La música es su gran pasión. Jamás pisó el conservatorio, ni siquiera dio clases de solfeo, todo lo que toca con su preciada guitarra lo aprendió de manos de su padre, quien le dejó como única herencia ese bello instrumento de cuerda.

Juntos recorren, cada día, las principales estaciones de metro de la ciudad. Deambulan de un vagón a otro, incansables, a la espera de una mirada cómplice y unas cuantas monedas. A veces lo consiguen, otras sufren desaire e ingratitud. La vida bajo tierra no es fácil, pero sabe que, a la salida, le aguarda algo aún peor.

Más historias sobre el trabajo en el blog de Encarni


jueves, 22 de mayo de 2014

Este jueves, un relato: "Me perdí en la noche"





Me perdí en la noche.
Me dejé llevar.
Supe que de tu lado,
nada me iba a separar.

Me acuné en tu pecho.
Me arropé en tus brazos.
Poco a poco uní,
mi corazón hecho pedazos.

Pasó el tiempo.
Cesó la locura.
Siempre estuvo junto a mí
tu enorme dulzura.

Hoy te marchas,
sin decir adiós.
Dejando de nuevo herido
mi pobre corazón.

Y me vuelvo a perder.
La noche quiero abrazar.
Solo necesito una botella,
que me ayude a olvidar.

Las penas ahogo,
en un vaso de tubo.
Pensando qué será de mí
en un incierto futuro.

Es absurdo creer,
que el alcohol terminará
con esta pena tan honda
y difícil de borrar.

Me sigo perdiendo,
Una y otra vez.
Quizás mañana la suerte
vuelva a reaparecer.

Puedes leer más aportes a est onvocatoria en el blog de Cecy 

martes, 20 de mayo de 2014

Sorpresas en el baño



Hoy es el día, pensó. Aprovechando que celebraban el décimo aniversario de boda, prepararía a su marido aquel largo baño de espuma del que tanto le había oído hablar en múltiples ocasiones.

            Lo organizó todo con esmero. El agua templada, los alrededores de la bañera cubiertos con pétalos de rosas, un poco de incienso para perfumar la estancia y pequeñas velas que, junto con un tenue hilo musical, creaban un ambiente íntimo y relajante.

            Juan llegó del trabajo, dejó caer el cuerpo sobre el sofá y pidió a su mujer una cerveza. Marina entró al cuarto de estar con un minúsculo biquini rojo, el pelo recogido en un moño y una flor a modo de adorno. Lo cogió del brazo y lo llevó hasta el baño.

            “¡¿Pero esto qué es?!”, exclamó. “Ya has estado viendo una de esas películas romanticotas que tanto te gustan ¿no?”.
           
            Marina se echó a llorar. “¿No decías que querías un largo baño de espuma? Pues aquí lo tienes que, por si no lo recuerdas, hoy es nuestro aniversario".

            El llanto quedó eclipsado por una enorme carcajada. “¡Claro que es mi sueño un baño de espuma, tonta, pero de espuma de cerveza!” 

jueves, 8 de mayo de 2014

Este jueves, un relato: "romances ambientados"



La felicidad nunca había rondado la puerta de su hogar. Samara conocía la desgracia desde su nacimiento. Ese día, una niña saludaba a la vida mientras otra se despedía para siempre. La custodia pasó a manos de los abuelos maternos, que intentaron darle lo mejor. Aunque, con la venta ambulante, a penas obtenían lo justo para alimentar y vestir a seis hijos y una nieta.

            Las dificultades económicas impidieron que estudiara. Tras unos años en el colegio, dejó las aulas para ayudar a la familia en el puesto de ropa que regentaban. Juntos recorrían los mercadillos de media provincia.

Ella aprovechaba su desparpajo para meterse a las mujeres en el bolsillo y venderles hasta el último calcetín. Nunca un capricho, siempre una sonrisa. Por fuera, aparentaba ser fuerte y madura, por dentro, se desquebrajaba cómo una muñeca de cristal.

            El único aliciente que encontraba en las interminables mañanas de trabajo eran las almendras que le regalaba Juan, el chico del puesto de frutos secos. Más que el detalle, apreciaba su enorme sonrisa, custodiada por dos simpáticos hoyuelos.

            Cada jornada el mismo ritual: visita al puesto de Juan, un tímido saludo, cruce de miradas, y un leve roce de manos al recoger el puñado de almendras tostadas.

            Esa mañana, Samara no obtuvo el regalo esperado. Al acercarse a Juan, éste le puso un papel en la mano y fue doblando sus dedos uno a uno hasta cubrirlo por completo. Ella no entendía nada. Se alejó con el puño apretado, pensando que broma era aquella. Tenía que encontrar a alguien de confianza, que supiera leer, para que le dijera el mensaje que contenían esas palabras.
           
            Se hubiera decantado por su abuela, pero no quería ponerla en un aprieto, pues sabía lo justo para que no la engañaran en las ventas, Por más vergüenza que le diera, tendría que hablar con el yayo. “Hija, mía, aquí pone: ‘Si confías en mí, acércate de nuevo al puesto cuando den las dos´”.

            Esperó ansiosa el momento del reencontrarse con Juan. ¿Qué le querría decir? ¿Sería algo importante, o simplemente pretendía reírse de ella? Había llegado la hora de averiguarlo. Se presentó delante del puesto y le dijo con voz firme: “¿Qué quieres?”. Juan le indicó que esperara unos segundos, fue hacia la furgoneta  y volvió con un bello ramo de flores.

“Samara, desde el primer día que viniste con tu abuela, me cautivaste con tu dulzura. De esto ya hace unos años. Mi mente me decía que te declarara mi amor, pero mi timidez me lo impedía. Solo quiero que sepas que me gustaría salir contigo y que voy en serio. Piénsalo. Somos jóvenes y no me importa esperar”. En ese mismo instante, Samara supo que la suerte por fin había llamado a su puerta.    
             
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