miércoles, 25 de enero de 2012

Soledad

Se sentó en la parada del autobús. El ruido de los coches y el bullicio de la gente le hacían sentirse un poco más integrado en esa sociedad que parecía mirarle con desprecio e indiferencia. La vida no lo había tratado bien y allí, rodeado de personas tan diferentes a él, se imaginaba ser uno más. Tal vez como ese joven que pasaba siempre a la misma hora montado en una moto o esa mujer tan bien vestida que empujaba un carrito con un precioso bebé. Aunque él se conformaba con ser un simple vecino al que todos conocen y aprecian. ¡Echaba tanto de menos tener una conversación con alguien! Ya ni recordaba cuando fue la última vez que había hablando con un amigo, de hecho, mientras lo pensaba se dio cuenta de que no le quedaba ninguno.
La calle era su refugio y la soledad y la tristeza sus únicas compañeras. Solo hacía falta mirarlo a los ojos para darse cuenta, pero nadie parecía percatarse de la expresión de su  cara. A lo largo del día pasaban cientos de personas por aquel lugar y apenas una decena de ellas le decía un seco buenos días que le sonaba a simple educación o lo que es peor, a pena y compasión. Él no quería amargar a nadie con sus problemas, al contrario, estaba dispuesto a escuchar los de los demás. Simplemente necesitaba un poco de compañía.
Cuando se quiso dar cuenta estaba anocheciendo y las calles comenzaron a quedarse desiertas.  Un día más regresó a casa cabizbajo. Poco a poco estaba perdiendo la esperanza de acabar con aquella terrible soledad, de encontrar la manera de romper con esa vida hueca y vacía y cerrar las viejas heridas que le impedían continuar hacia delante sin una mano que le acompañara, sin un  hombro sobre el que llorar o simplemente apoyarse, en definitiva, sin un amigo con el que contar.

sábado, 21 de enero de 2012

El regalo

Vivimos en una sociedad marcada por el consumismo. El Día del Padre, el Día de la Madre, San Valentín, los Reyes Magos... El caso es tener excusas para dar y recibir regalos. A veces, inmersos en esa espiral de compras y gastos, nos olvidamos de que las cosas más importantes son aquellas que no se compran con dinero, que van más allá de lo material. ¿O acaso no sale barato un abrazo, una sonrisa o un pequeño detalle? En ocasiones, con eso basta, sobre todo cuando se ha tenido un mal día, uno de esos en los que te levantas con el pie izquierdo y todo parece salir mal.
Pero tampoco nos engañemos. ¿A quién no le gusta recibir un regalo? A nadie le amarga un dulce y más si éste llega cuando no te lo esperas. Y es que, no es necesario que llegue un día señalado para ofrecer un obsequio a un ser querido y demostrarle lo mucho que nos importa. Para eso, cualquier momento es bueno.

jueves, 12 de enero de 2012

Encuentros literarios

Me gustan nuestras reuniones mensuales del Taller de Narrativa. Los compañeros juntos, reunidos entorno a una mesa con varios cafés, alguna que otra libreta y nuestros escritos, esos que con tanto esmero y cuidado preparamos para la ocasión.
¿Quién nos iba a decir cuando empezamos el curso, allá por el mes de septiembre, que terminaríamos reuniéndonos cada treinta días al finalizar éste? Entonces creo que casi ninguno teníamos muy claro lo que nos íbamos a encontrar allí. No sabíamos cómo serían las clases, tampoco conocíamos a los profesores ni al resto de los alumnos. Todo era nuevo, al menos para mí, y al final terminé llevándome una grata sorpresa. Fueron meses en los que aprendimos bastante, especialmente unos de otros, algo que me llamó la atención desde el principio y que agradezco enormemente.
Somos tan diferentes  y a la vez tan parecidos… Y es que a todos nos une una misma afición, una motivación que nos incita a escribir, a redactar textos para después compartirlos con el grupo. Cada uno tiene su propio estilo, esa forma de escribir que le caracteriza y diferencia de los demás, que hace que, aunque todos escribamos sobre un mismo tema, los resultados finales sean bien distintos. Creo que esto es algo que nos enriquece y que nos ayuda a conocer diferentes puntos de vista sobre un asunto, en definitiva, distintas maneras de ver y entender la realidad.
Recuerdo que al inicio del taller Isabel nos comentó que todos llevamos sobre los hombros una mochila cargada de vivencias, experiencias que nos influyen a lo largo de nuestra existencia y que, del mismo modo, se reflejan a la hora de escribir. La familia, los amigos, las alegrías y los fracasos experimentados, nuestra preparación o falta de ella… Son aspectos que, consciente o inconscientemente, dejamos entrever en nuestros textos, que se reflejan con nuestras palabras aun sin haberles dado permiso para ello.
Es por todo esto por lo que pienso que, a pesar de conocernos desde hace poco tiempo, cada vez vamos sabiendo más los unos de los otros y nos entendemos mejor. Además, nuestras reuniones van más allá de la narrativa, puesto que terminamos hablando de los temas más diversos y nunca faltan nuestras risas y ocurrencias. Durante un par de horas, que por cierto se pasan volando, nos sumergimos en la literatura. Es curioso comprobar la expectación que se genera entorno a cada uno de nuestros textos, muchos de ellos con finales sorprendentes, y también la forma de leer de cada uno de nosotros.
No quiero extenderme más, simplemente deciros que me alegro mucho de haberos conocido y que nos vemos el 8 de febrero. Recordad llevar los deberes hechos y, de paso, pensad un nombre para el grupo. Por cierto, que espero que esta unión literaria perdure en el tiempo y que, pase lo que pase, no dejéis nunca de escribir, pues sabéis que tenéis talento de sobra, eso ya os lo digo yo.  

lunes, 9 de enero de 2012

Una sonrisa

Esto no es mio, pero va por el título de mi blog. Espero que os guste tanto como a mi. Un beso.

“Una sonrisa no cuesta nada y produce mucho.
Enriquece a quienes la reciben
sin empobrecer a quienes la dan.
No dura más que un instante,
pero su recuerdo es a veces eterno.
Nadie es demasiado rico para prescindir de ella,
nadie es demasiado pobre para no merecerla.
Da felicidad en el hogar, apoyo en el trabajo,
es el símbolo de la amistad.
Una sonrisa da reposo al cansado,
ánimo a los más deprimidos.
No puede ni comprarse, ni prestarse, ni robarse,
pues es una cosa que no tiene valor
hasta el momento en que se da.
Y si alguna vez te tropiezas con alguien
que no sabe dar una sonrisa,
se generoso, dale la suya.
Porque nadie tiene tanta necesidad de una sonrisa
como el que no puede dársela a los demás.”
                                                                 Gandhi

jueves, 5 de enero de 2012

Noche de Reyes

Recuerdo mi primer regalo de Reyes como si fuera ayer, un maletín con un Nenuco y unos cuantos vestidos. A partir de ahí, todas las Navidades escribía mi carta a los Magos de Oriente y esperaba con ilusión la Noche y el Día de Reyes. Después de ir a la cabalgata y llenarme los bolsillos de caramelos, había que acostarse temprano para dejar que sus majestades hicieran tranquilamente su trabajo. Me costaba conciliar el sueño pensando si al día siguiente recibiría los regalos que había pedido. Ya por la mañana, bien temprano, iba a despertar a mis hermanos para bajar al cuarto de estar a ver los juguetes que nos habían traído Melchor, Gaspar y Baltasar la noche de antes. Recuerdo la puerta cerrada y nosotros detrás esperando a que mis padres la abrieran para entrar corriendo y coger los paquetes que había junto a la ventana delante de nuestros zapatos. Después, todos juntos pasábamos a la cocina a desayunar un vaso de leche con colacao y un trozo de roscón. También aquí me ilusionaba encontrar alguna sorpresa.
Creo que la noche y el Día de Reyes representan la ilusión y la inocencia de ese niño que, aún hoy, todos llevamos dentro. Tengo muy gratos recuerdos y anécdotas de todos los 6 de enero que he vivido hasta ahora y todavía me gusta compartir ese día en familia, como en los viejos tiempos, aunque ya no sea lo mismo que en aquellos años marcados por la expectación y la ingenuidad.
Os deseo a todos que paséis una feliz Noche de Reyes y que sus majestades os traigan aquello que más deseáis para este 2012 que acaba de comenzar, pero, sobre todo, que no perdáis la ilusión, esa ilusión que estos días reflejan las caras de los niños que nos rodean.

martes, 3 de enero de 2012

Razones para escribir


Cuando era pequeña y me preguntaban qué quería ser de mayor recuerdo que siempre contestaba “periodista y escritora”. Lo primero, poco a poco, lo he ido consiguiendo, lo segundo es algo que me resulta más complicado pero que, aún así, intento de vez en cuando.
Siempre me ha gustado escribir. Al principio eran cartas que mandaba a mis amigos y a familiares que viven lejos para contarles mí día a día, después, noticias, artículos y reportajes periodísticos.
He de reconocer que, debido a mi profesión, me gusta escribir historias reales, cosas que suceden a mí alrededor y que pueden ser de interés para el lector. Ahora bien, también me fascina la idea de poder crear personajes, mundos e historias. Un cuaderno, un bolígrafo, mi imaginación, yo, y a ver qué surge… La tarea es difícil pero, a la vez, emocionante. Hay que estar alerta y aprovechar los momentos en los que, como yo digo, aparece la inspiración. Es absurdo buscarla, ya que no vendrá así como así. Simplemente hay que saber estar ahí cuando llega y tratar de plasmar en el papel todo aquello que se te pasa por la cabeza.
Y es que, a parte de crear historias, escribir también permite expresar sentimientos, emociones y pensamientos que se agolpan en la mente con ganas de salir. Yo me atrevería a decir que en ocasiones se convierte en una vía de escape, en una especie de terapia que te ayuda a trasmitir vivencias y a compartirlas si así lo deseas. Además, la narrativa te concede la licencia de vivir varias vidas. Puedes ponerte en la piel de personajes bien dispares a los que das forma a tu antojo. Desde un inocente niño, hasta un maléfico villano, pasando por un inmigrante, una actriz, un aciano… Las posibilidades son infinitas y es ahí, precisamente, donde reside la magia.
Creo que después de todo lo dicho quedan claros los motivos que me llevan a escribir, a hacer que un folio en blanco no solo se llene de tinta con palabras y frases diversas, si no a intentar crear vida e historias a través de los textos. En definitiva, a aprovechar el enorme poder que nos concede el lenguaje porque con él podemos transmitir ideas, expresar opiniones, compartir sentimientos, viajar a tierras lejanas, conocer situaciones diferentes y, porque no, soñar e inventar un mundo mejor.



Por cierto, que se me olvidaba... ¡¡¡FELIZ 2012 PARA TODOS!!! (más vale tarde que nunca)