NOTA: Este es un trabajo para el grupo Café de Palabras. Teníamos que escribir a partir de un pié forzado que era "¡Ay que olor más rico!" Como no pude assitir a la última reunión, aquí os dejo el texto para que lo leáis. Por cierto, ¡vaya cabeza la mía! Esta foto está tomada en invierno, por lo que no se pueden apreciar las flores ni nada de eso, a ver si puedo hacer una más actual y cambiarla. ¡Disculpen las molestias! ;-)
¡Ay que olor más rico! Pasar por aquí y percibir este dulce aroma me da paz, sosiego y tranquilidad. Vienen a mi memoria gratos recuerdos de la infancia. Esas interminables noches de verano jugando en la calle, charlando con los vecinos y escuchando los cuentos de la abuela Luisa, que tenía tantos nietos como niños se juntaban a su alrededor.
Vuelvo a inspirar con fuerza. Han pasado los años y el olor permanece. Una planta es la culpable de esta sensación de bienestar. De nombre Galán y de apellido Noche, perfuma un bello rincón lleno de macetas custodiado por una larga escalinata. Los peldaños culminan junto a un pequeño pilar cuyo ruido contribuye a la creación de un relajado ambiente.
Me detengo y disfruto del entorno acompañada por el silencio de la noche y las encaladas paredes. Pasados unos minutos bajo para escuchar el ruido del agua y beber un poco. Por más veces que pase por este lugar, nunca me canso de observarlo. ¡Esto es vida! Pienso mientras sigo percibiendo el rico aroma del galán de noche.