martes, 27 de noviembre de 2012

Le faltaba un ladrillo



Se detuvo y miró a su alrededor. ¡Las cosas habían cambiado tanto en los últimos años! El paisaje de la ciudad continuaba repleto de grandes edificios y los coches no dejaban de transitar por las carreteras formando grandes atascos en las consideradas horas punta. A pesar de ello, había una cosa que echaba en falta, algo con lo que se entretenía en aquellas interminables mañanas de jubilado y que, de un tiempo a esta parte, había terminado por desaparecer. No, no era el café con los amigos en el bar, ni la lectura sosegada del periódico, ni siquiera el ruido de los niños de la pareja que hasta hace poco habían sido sus vecinos. Llevaba meses pateándose distintos barrios en busca de su objetivo, pero nada, ni rastro, lo más parecido que encontró fueron algunos edificios a medio hacer, en las afueras, que no tenían pinta de ser terminados a corto plazo. Lo que añoraba, y nunca pensó que llegara a hacerlo, era contemplar obras, mientras más grandes y faraónicas, mejor. ¡Pues vaya con la crisis del ladrillo! Pensó. Y ahora ¿en qué me entretengo yo?

3 comentarios:

  1. Pues imagino que en buscar de dónde sacar un sueldecito para cuando le recorten la pensión.
    ¡Eso está al caer!

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  2. Si es que hasta ese pasatiempo está desapareciendo, !que cruz! la que nos está cayendo.
    Un abrazo.

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