La película se encontraba en el momento más interesante, justo cuando el asesino se acerca a la protagonista portando un cuchillo en la mano. La noche acompañaba a la escena. El viento soplaba con fuerza y la lluvia golpeaba los cristales generando un ruido que le resultaba desagradable, lo que la llevó a subir el volumen del televisor. Tumbada en el sofá, rodeada por una enorme manta de lana y con un cuenco de palomitas en las manos, disfrutaba de su particular sesión cinematográfica.
De repente, oyó una especie de chispazo y se fue la luz. Al principio pensó que volvería en seguida y apenas le dio importancia, en unos minutos seguiría viendo la peli como si nada hubiera pasado. Sin embargo, la oscuridad y el incesante ruido de la tormenta empezaron a ponerla nerviosa.
Recordó aquellas noches en la casa del pueblo, cuando cada vez que el viento soplaba un poco más fuerte de lo normal se quedaban sin suministro eléctrico durante horas. Entonces, encendían una vela que ponían en medio de la mesa para alumbrarse y se entretenían contando chistes e historias de miedo.
Sintió añoranza, melancolía mezclada con angustia e incertidumbre que crecían conforme avanzaban las agujas del reloj. La situación era incómoda, llevaba pocas semanas en el piso, no tenía velas y por supuesto ni hablar de una linterna o algo parecido. Por eso, decidió quedarse donde estaba e intentar dormir, aunque dudaba que pudiera hacerlo. No dejaba de revolverse de un lado para otro y cada vez que lo hacía notaba como se escurría la manta. Definitivamente estaba desesperada, o volvía la luz o acabaría perdiendo la paciencia por completo.
Lo que si perdió fue la noción del tiempo. El volumen del televisor y la luz de la lámpara la despertaron. Un momento. ¿Se había quedado dormida? ¿Cuánto tiempo había pasado desde que oyó el chispazo? Miró el reloj, no entendía nada pero aún tenía la oportunidad de ver el final de la película.
Más historias a la luz de una vela en el blog de Encari
Muy buena ficción, marcando los tiempos, y compartiendo esa manta en la oscuridad.
ResponderEliminarBesos
Buen relato, me ha gustado mucho.
ResponderEliminarEl ambiente que se creo sin la luz electrica, la puso de los nervios,pero al menos la dió tiempo de ver el final de la pelicula, espero que agarrase con más fuerza la manta esta vez, porque no hay nada más agradable que ver cine debajo de una buena manta.Bueno si...Compartir la manta en buena sintonia.
ResponderEliminarBesos querida Cristina.
¿por qué será que en la oscuridad se nos vuelan todos los límites entre cordura y miedos?jejeje
ResponderEliminarUn abrazo
ABDUCCIÓN, VOTO POR QUE ESTE SUCESO FUE UNA ABDUCCIÓN. SIN DUDA NINGUNA. SE CUMPLEN TODOS LOS REQUISITOS: PÉRDIDA DE LA NOCIÓN DEL TIEMPO, EL TIEMPO TRANSCURRIDO HA SIDO UN NA Y POCO MÁS, PERO EN EL HAN ACAECIDO MUCHAS COSAS, DE SEGURO QUE SI TE TOCAS DETRÁS DE LA CABEZA TENDRÁS IMPLANTADO UNA ESPECIE DE CHIP, ETEC...
ResponderEliminarABDUCCIÓN...
MEDIO BESO, CRISTINA.
Cristina, creas una envolvente atmósfera en este relato lleno de misterio. Me gusta.
ResponderEliminarLa oscuridad juega muy malas pasadas llegando a hacer sentir y a ver cosas que muchas veces solo existen en nuestra imaginación.
Un abrazo
Describes brevemente lo que ocurre en poco tiempo, aunque al personaje y a nosotros nos pareciera más largo. Esos momentos se viven tan intensamente que parecen largos, ¿verdad?
ResponderEliminarBesos.
Hay momentos que parecen eternos, sobre todo esos que transcurren en la oscuridad inesperada. Menos mal que va a poder mirar el final de la película.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muy bien narrado ese malestar envuelto en una manta que se resbala. Me alegra que llegara al final de la película. Bss.
ResponderEliminarEstas cosas suelen suceder a veces cuando hayun apagón o te entra sueño a te despejas para hacer travesuras de todo tipo, jeje. Menos mal que llegó al final de la peli, así que luego me la cuentas :)
ResponderEliminarUn abrazo
Porqué será que la imagen, por un motivo o por otro siempre nos abandona en los momentos culminantes?. ¿Pasaron segundos u horas?. Has descrito uno de mis momentos favoritos: Sentado en el sofá, envuelto en la manta, (en buena compañía), eso es imprescindible y viendo una buena peli. Pequeños placeres que la vida nos proporciona.
ResponderEliminarUn abrazo.
La noción del tiempo se pierde, cada sensación que aportas a la noche, da intensidad al relato y todo se sume en la oscura inquietud que puede provocar la tormenta.
ResponderEliminarMuy buen clima el que transmites... aunque también me hubiera entrado el miedito!
Besos!
Gaby*
Que eterno se hace cuando la luz desaparece, es el silencio y los sonidos ambientales que toman protagonismo, y la penumbra que da otras formas.
ResponderEliminarAl fin, puedo respirar,al saber que la película tanto como el corte tuvo final.
Un abrazo.
Pobre hasta se durmió esperando, jejeje. Estos apagones inoportunos la de historias que provocan.
ResponderEliminarUn abrazo
Recreas un relato y nos pierdes en el tiempo. Muy bien nos llevas con tus letras. ¿Y cómo terminó la pelicula?
ResponderEliminarbesos
A veces la realidad supera a la ficción, un momento de trance y la imaginación al poder. Bueno menos mal que pudo ver el final de la película.
ResponderEliminarUn abrazo
jajaja buen relato me gusto y creo que a veces pasa... la imaginación se agranda y el miedo es incontenible sin un poco de luz...
ResponderEliminarOye lo de la abducción no es ninguna tontería eh?
ResponderEliminarEn serio, la oscuridad hace ver y sentir cosas muy raras, la imaginación nos juega malas pasadas, pero bueno, al final pudo ver la peli.
Un beso.
Suspenso mortal... Pensé que la realidad y la ficción se iban a mezclar y formar una sola cosa. Muy bueno! Un abrazo!
ResponderEliminarCoincido con el resto, no puedo ser muy original en los conceptos, he llegado un poco tarde pero aquí estamos!!
ResponderEliminarEse jugueteo con el tiempo es brutal y sin derramar una gota de sangre haces de este relato, espeluznante