jueves, 28 de junio de 2012

Este jueves, un relato: En los zapatos del otro


Cogió la correspondencia. Entre todas las cartas, una le llamó especialmente la atención. Era un sobre blanco con su nombre y dirección escritos a mano. Le dio la vuelta para ver de quién procedía y pudo comprobar que n o tenía remite. No importaba, ya suponía quién la había escrito.
            Una vez dentro de casa, se sentó en el sofá sin dejar de mirar el papel. Sabía que tenía que abrir la carta y leerla, pero el miedo y la incertidumbre eran tan grandes, que estaba paralizada. Permaneció inmóvil durante unos minutos hasta que reaccionó. Lo mejor era conocer el contenido de la misiva y salir de dudas.
            Sara vivía en un pequeño apartamento a las afueras de la ciudad. Hacía pocos meses que se había independizado gracias a la ayuda económica de sus padres. Trabajaba para un arquitecto amigo de su madre y ganaba lo justo para costearse sus caprichos.
Un día se cruzó en su camino Rubén, el panadero de la tahona situada en la calle principal del barrio. Lo que más le llamó la atención, nada más conocerlo, fueron sus enormes ojos negros. Sara comenzó a frecuentar el establecimiento con más asiduidad. Compraba el pan, que luego congelaba, como excusa para poder ver a Rubén, hasta que un sábado, al sacar la barra de la bolsa, encontró un pequeño papel doblado con un número de teléfono y un breve mensaje: “Me encantaría conocerte mejor. Llámame si te apetece tomar un café”. ¡No se lo podía creer! Aquel apuesto panadero se había fijado en ella. Lo llamó y tuvieron una cita a la que siguieron muchas más.
Sin apenas darse cuenta, se vio metida en una relación que le apasionaba. Solo había un problema, eran dos personas de mundos muy diferentes, a las que distanciaban aspectos culturales, políticos y religiosos. Al principio no hablaban del tema, pero conforme el amor que sentían el uno por el otro fue creciendo, decidieron que lo mejor sería mantener el noviazgo en secreto hasta que Sara decidiera cómo contárselo a sus padres.
Ya habían pasado más de seis meses desde entonces, un tiempo marcado por el contraste entre los maravillosos momentos vividos juntos y las discusiones motivadas siempre por el mismo asunto, ese escollo difícil de salvar. Sara pedía tiempo para formalizar la relación y Rubén comenzaba a desesperarse. Ahora, la joven enamorada tenía una carta entre sus manos de la que intuía no le iba a gustar el contenido.
Empezó a leer y conforme pasaban las líneas las lágrimas resbalaban lentamente por sus mejillas:
“Querida Sara:
Me ha costado mucho trabajo tomar esta decisión.
Sabes que te quiero con locura y que estoy dispuesto a lo que haga falta para estar a tu lado, pero ya veo que tú no. Entiendo que necesites tiempo para hablar con tus padres, pero ¿cuánto? Ya llevamos más de medio año viéndonos a escondidas y no puedo soportar esta situación. Yo trato de ponerme en tu lugar, piensa si haces tú lo mismo, sinceramente, creo que no. Andas más preocupada por tus cosas que por nuestra relación y parece que no te importa lo que yo pueda pensar o sentir.
He meditado cada palabra de esta carta antes de escribirla. Lo siento, ya no hay vuelta atrás. Ha sido un placer conocerte y compartir contigo unos meses maravillosos, pero no puedo seguir con una historia de amor estancada que puede que no nos lleve hacia ningún lugar. Te deseo lo mejor de aquí en adelante. Cuídate y ya verás como encuentras  a alguien que te haga feliz y con quien tengas menos problemas que conmigo.
Besos, Rubén.”
Si quieres conocer otras historias y relatos sobre este tema, "en los zapatos del otro", entra en el blog de Gastón D. Avale

23 comentarios:

  1. Si el amor hubiese sido tan verdadero como ella creía que lo sentía, me imagino que hubiera dejado todo para no perderlo. Pero hay personas que se vuelven egoístas y no se ponen en el lugar del otro, mantienen su posición aún a costa de perderlo todo.
    Una muy buena historia Cristina, muy bien redactada y fluída.
    Un abrazo :)

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  2. Al menos tuvieron su oportunidad. Si después resulto que cada quien tenía distintas prioridades, lo lógico es que el hilo se cortada por lo más débil, y en esta pareja resultó ser quien quizás se sintió inferior, poco digno de ser presentado oficialmente.
    Triste historia que tal vez sea más frecuente de lo que imaginemos.

    un abrazo

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  3. Qué lástima, con lo buen partido que es un panadero y encima guapo. No sé que pegas podrían verle los papás, lo cierto es que en el asunto no pintaban nada, pintaba el amor y se malogró por falta de lo mismo, un amor cierto y verdadero lo puede todo, eso creo.
    Me he puesto en la piel de Rubén y Sara y me ha resultado una decepción triste el ver que aún suceden cosas como las que nos cuentas con mucha intensidad, bien escrita, carta y relato. Besito.

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  4. Lo que es verdad es que nunca se da y se entrega con las mismas condiciones ni cantidades, nunca son ambos igual de generosos. Las relaciones tardan mucho tiempo en equilibrarse y las que funcionan son porque a base de mucho esmero y rifirrafes consiguen centrar la báscula.

    Muy buena la idea, de verdad. Genial.

    Un besito y un café.

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  5. Es lamentable que motivos tan nimios e insignificantes como un determinado status social, puedan dar al traste con una relación. Pienso que Sara no amaba o al menos no amaba lo suficiente. La diferencia cultural (yo mejor diría académica), nunca debería haber constituido para ella una traba. Es cierto que algunas diferencias fundamentales son insalvables, pero la mayoría de las barreras que ponemos son ficticias y fácilmente derribables cuando existe un amor verdadero.
    Un fuerte abrazo.

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  6. Bueno veamos, si hubiera leído esto hace unos años habría defendido que el amor supera todas las barreras y que no importa la condición y las creencias de cada cual y bla, bla, bla.
    Hoy, ya mas vieja, creo que en una pareja TODO lo que circunda tiene su importancia. Sobre todo cuando va pasando el tiempo. De todas formas, como soy una romántica, opino que Sarita podría haber hecho un esfuercito mas; y Rubén podría haber esperado un tiempo mas, que seis meses tampoco son seis años! que tanto apuro?
    Me intrigó la historia y me la leí de un tirón.
    un beso linda

    Any de Remando

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  7. Mmm, no sé que pensar. Lo primero que me viene a la cabeza es que Sara es bastante superficial y que se hubiera encontrado un amigo arquitecto para presentárselo a la familia. Luego pienso que quizás, es solo una relación que se basa en lo pasional y la perspectiva del futuro no es muy prometedor. En fin, que si la intención es ponerse en los zapatos del otro, debería darle un respiro a la protagonista, no juzgarla, si ella dudaba es por algo y si ese amor no fue lo suficientemente fuerte es porque no debía continuar. De todas forma, me da algo de pena

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  8. El texto sugiere interrogantes, la carta no. Quizás Rubén llevaba razón, a veces es mejor dejar escapar lo tibio. Lo has hecho con sus puntitos y todo. Muy bien. Un beso guapa

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  9. Rubén se cansó de esperar y Sara no supo ponerse en los zapatos de su panadero, demasiado superficial o con poca decisión y personalidad para defender lo que quería por encima de todo y de todos; pero tu historia muy interesante y divertida.
    Un beso.

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  10. Jmmmm... qué decir de este Rubén! jaja! creo que me he puesto en los zapatos de Sara! aunque, también comprendo un poquito las razones del hombre, en fin, calzando zapatos ajenos y metiéndome donde no me llaman, me atrevería a decir que cuando hay amor, ni sal ni azúcar, sino el preparado con ambos sabores. Hay decisiones que deben ser tomadas y asuntos que deberían ser dejados de lado, como pensar demasiado en las opiniones de los demás. Ya sé, las mías sobran y estos dos personajes seguirán sus caminos sin importarle este comentario, pero lo que sí importa, es lo bien narrada que está tu historia y que habla a las claras, de que a veces hay que jugársela, cuando realmente se quiere algo.
    Un besito al vuelo, y un gustazo compartir otro jueves!
    Gaby*

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  11. Que pena la independencia incompleta de Sara, sigue dependiendo de sus padres de alguna manera, lo mismo algún día es consciente o no...
    Hay un corto que me has recordado, voy a ver si lo encuentro y te lo envío, enlaza de alguna manera con tu historia y a mi me encantó en su día... por cierto, ese zapato te gustó, ehhh?

    Besos!!

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  12. Cristina me ha gustado mucho, de verdad. Pausada la forma de ir narrando, metiendo al lector reglón a reglón. La historia no tiene desperdicio. Sí me gustó.
    Un abrazo.

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  13. La verdad es que lo de ser de mundos y culturas diferentes echa muchas cosas para atrás, hay que ser valiente, y si de verdad hay amor, esto ha de poder con todo; aunque por desgracia muchas veces no es así.
    Un abrazo

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  14. Esto sucede muy a menudo cuando nos asusta dar el paso hacia lo desconocido y si encima hay barreras que atravesar aún es más complicado.
    Muy bueno Cristina. Besos

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  15. No sé, creo que ninguno de los dos se puso en el lugar del otro. Muchas veces se dice "yo me pongo en tu lugar, ponte tu en el mío" y realmente no se hace, es un modo de tratar de llevar al otro al terreno propio.
    Besos, Cristina.

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  16. Pienso que el panadero intentó ponerse en los zapatos de ella, pero le venían grandes, o quizá no era su modelo de zapatos. No sé. Muy bien Cristina. Un abrazo.

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  17. Pues a mi me da lo mismo quien de los dos pudo tener la culpa, si es que existió culpa alguna. El texto nos cuenta una historia de amor con dificultades para materializarla y un abandono unilateral, que la hace más creíble todavía.

    Todo no tiene que ser blanco o negro.

    Besos

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  18. Tal vez a Sara le apasionaba pero no sentía un amor tan fuerte como para envalentonarse y enfrentar las opiniones de los demás que en algún momento hay que dejarlas un poco de lado, ya que la vida es de uno, y quizás Ruben no sintió el suficiente amor como para esperar y tolerar y no dejarse abatir por las malas circunstancias, quién sabe...lo importante es que dejas excelentemente retratadas las dificultades y las dudas que acompañan a los enamorados cuando no pueden o no saben tomar las riendas de su vida
    Muy bueno Cristina, te mando un beso

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  19. Y también hay que saber dar tiempo a las cosas... realmente una historia que termina siendo triste aunque con un porvenir con alguna esperanza. Lastima que él pensara esas cosas... quizás podría haber hecho mas´! un beso!

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  20. Algo anda mal cuando sin causa no se toman determinadas decisiones al plantearse. y cuando eso se evidencia, mejor tomar medidas drasticas que no el declive prolongdo.
    un beso

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  21. ¡Ay Sara y los convecionalismos sociales! claro que las alpargatas de un panadero no dejaron suficiente huella en su pátina de niña "casi" bien.
    Aqui no se cumple eso de: "Y fueron felices y comieron perdices"
    Muaaakksssssss

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  22. Bonita historia, la tristeza es relativa ya que no siempre ha de ser AMOR, y de ser a…m..o..r, mejor antes de...
    Me gusta por no ser rosácea…de las que no abundan, vamos.
    Un beso

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  23. Hola Cris! En mi blog tienes un premio esperando que pases a recogerlo si te apetece, por supuesto.
    Un beso.

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