Tanto tiempo viviendo en aquel castillo, inmerso en la rutina, comenzaba a agobiarle y cada vez veía más cerca el momento de abandonarlo. Cuando llegó, todo le parecía divertido, se lo pasaba estupendamente paseándose por los largos pasillos adornados de candelabros y visitando las estancias del que llegó a convertirse en su hogar. Es cierto que entonces era más joven y le bastaba con su imaginación para disfrutar de sus pequeñas aventuras. Así le gustaba llamar a las historias que maquinaba en su cabeza. Con frecuencia se le ocurrían travesuras y fechorías que traían gritos y malestar entre el resto de inquilinos pero era tan cauto a la hora de prepararlas, que nunca le pillaron con las manos en la masa.
En esa época existía la leyenda de que un fantasma rondaba las inmediaciones de la fortaleza de noche, entrando incluso a las habitaciones sembrando el pánico entre mujeres y niños. Los hombres siempre aseguraban que no sentían temor alguno y que se trataba de pesadillas de sus esposas e hijos, llegando a tratarlos por locos en más de una ocasión. Al principio eran hechos puntuales, pero con el paso del tiempo la presencia del “espíritu maligno”, como decidieron bautizarlo, se acrecentó y el miedo se apoderó de quienes dormían entre las gruesas paredes de piedra del castillo. Sábanas que se levantaban solas, manos invisibles que se posaban sobre hombros o agarraban cuellos con fuerza, luces que se apagaban y encendían de manera intermitente, gritos desgarradores de procedencia desconocida…
A pesar de su corta edad, él nunca se asustó con los acontecimientos que se sucedían de madrugada. Es más, se reía y disfrutaba con los gritos que enturbiaban la tranquilidad y el silencio nocturnos, hasta que la edad hizo que aquel entretenimiento le resultara un poco absurdo y decidió “jubilarse”. Entendió que su misión en el castillo había concluido, y salió, como no podía ser de otra manera, en mitad de la noche, añorando la felicidad que su papel de “espíritu maligno” le había otorgado durante tanto tiempo. Eso sí, tuvo la precaución de pasar el testigo a otro fantasma que esperaba ansioso su turno para entrar en acción. “Seguro que sus ganas y su falta de experiencia hacen que se le ocurran nuevas e interesantes ideas para asustar al personal”, pensó mientras abandonaba el lugar…
Más historias sobre la época medieval y la vida en sus castillos en el blog de Tere
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Pues voy a tener que pedirle al mío que se jubite también, los ruidos que hace por las noches son la mar de molestos... aunque, si me haces el favor, recomiéndame, tú que tienes experiencia, sobre cómo hacer para que no le pase el testigo a nadie!!!!
ResponderEliminarbesito y café.
Es que un castillo sin su correspondiente fantasma no es un castillo que se precie. Y si está acompañado de ruido de cadenas y sábanas blancas de lino, pues mejor que mejor.
ResponderEliminarDivertido y diferente, me ha gustado.
Un abrazo
Es verdad Cristina, nos faltaba el fantasma del castillo,
ResponderEliminarqué bueno! pero se ve qu el pobre ya necesitaba un descanso...Nuestro Casper medieval jajaja
Muy chulo
Un beso
Mi hiciste acordar al fantasma de Canterville!
ResponderEliminarCiertamente, aquellos castillos que tuvieron su apogeo en épocas remotas, deben de guardar secretos y espíritus. No imagino un castillo medieval sin su fantasma pululando por pasadizos, subiendo y bajando escaleras, haciendo crujir puertas macizas! Lo gracioso, es que al fantasma de tu historia le vino la edad de jubilarse! Por suerte, tuvo su tiempo de sustos e intrigas en noches tormentosas.
Me gustó mucho Cristina,leerte me hizo sentir por un rato habitante de un castillo del medioevo en compañía de un espíritu!
Besitos al vuelo:
Gaby*
Los fantasmas son habitantes asiduos de los castillos. Y por lo que veo hay un titular hasta que le llega la retirada. Esperemos que a estos no les alarguen la edad de jubliación.
ResponderEliminarUn beso
A mi siempre me han dado un poco de respeto los castillos, por la noche sobre todo no me gustaría rondar por uno de ellos, no se eso de que tengan tantos años te hace pensar si los espíritus de alguno de sus habitantes aun se encuentra allí.
ResponderEliminarUn abrazo
¡Así que los fantasmas se jubilaban!....vaya con la novedad! ejjeje. Espero que ellos -al menos- tengan una buena pensión, se lo merecen por trabajar tanto! jajaja
ResponderEliminar=)
Un abrazo!
Tener un fantasma confiere un toque de distinción a cualquier castillo que se precie de tal. Pudiera parecer que si no tiene fantasma es sólo un castillo de medio pelo. Lo que si me sorprende es que en el gremio fantasmal llega la edad de jubilación y los contratos de relevo. Como están los tiempos vamos a tener que pensar en solicitar plaza de fantasma.
ResponderEliminarDivertida historia, Cristina.
Me encantó. Ya tienes tu lugarcito en mi jueves también.
ResponderEliminarun fuerte abrazo, Cris.
Estupendo tu relato,nunca dejo de sorprenderme...Un fantasma jubilado jajajajja me gusto tu idea, quiza tu puedas preguntarle si conoce a tod@s l@s fantasmas, que andan por estos lares, manejando a su antojo nuestr@s futuros.
ResponderEliminarBesos llenos de cariño.Amiga.
O sea, que atando cabos, asi la cosa nos va tan mal si tambien se apuntan al paro los fantasmas ¿estara al tanto el gobierno?
ResponderEliminarBueno mira, miremos la parte buena, tener un fantasma da mucho caché. jajajajja
Un besazo
Hablar de fantasmas siempre da grima, te los imaginas rondando por las estancias, y hasta que no solucionan el porque de su alma en pena no abandonan este mundo, lo que no me imaginaba que esto fuera como la cola del paro, o como una bolsa de trabajo fantasmil, lo de jubilarse un fantasma tiene gracia nunca encontró el porque de su desdicha.
ResponderEliminarbesos
Es que para el oficio de fantasma hay que entrenarse, pero el nuevo "espiritu" lo irá aprendiendo sobre la marcha, cadenas, alaridos, sustos, luces y sombras, poco a poco.
ResponderEliminarFaltaba el fantasma del castillo y tú con una sonrisa lo has metido. Besitos.
Excelente y divertido relato Cristina. Los fantasmas del castillo tampoco podian faltar en este jueves, aunque sea de esta guisa.
ResponderEliminarBesitos
Pues ya estaba faltando el fantasma del castillo y aquí está. Divertido y juerguista nos salió.
ResponderEliminarUn besitos Cris.
Muy bueno Cristina, pero ¿qué hace un fantasma jubilado?
ResponderEliminar¿se retira del todo? Supongo que seguirá observando que hace su sucesor.
Besos Cristina.
Hasta último momento no me habia dado cuenta de que tu personaje era el fantasma. Muy buen relato, bien llevado hasta la sorpresa del final, es divertido y tiene un enfoque muy original del medioevo. Felicitaciones!
ResponderEliminarAbrazo Cristina
Me ha gustaco. El fantasma en el castillo. Buanísima combinación.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola Cristina:
ResponderEliminarPues no sabía yo que hay "relevos de fantasmas"...¿o hay becarios de fantasmas?...ay, este medioevo...
Saludos