“Venga, despierta, ha llegado el gran día”, escuchó Juan todavía un poco adormilado. No había pasado buena noche debido a que los nervios y la ilusión le impedían conciliar el sueño con normalidad. No era para menos, después de un año de intenso trabajo en el equipo de fútbol del pueblo llegaba el momento de demostrar de lo que eran capaces.
Último partido de la temporada y tres puntos en juego que les permitirían ascender de categoría. Para ello solo les valía una victoria, cualquier otro resultado daría al traste con las esperanzas depositadas por todos en alcanzar una división mejor.
Se levantó de la cama de un salto, no había tiempo que perder. “come algo, chiquillo”, le dijo su madre, “y llévate unas galletas para el camino”. El partido era en una localidad cercana, pero tenían que coger el autobús temprano para poder realizar el calentamiento y tenerlo todo dispuesto para el gran choque. El rival era un ‘hueso duro de roer’, un equipo que llevaba varias temporadas luchando por conseguir un ascenso que se le resistía.
El ambiente en el campo no podía ser mejor. Muchos vecinos habían decidido desplazarse hasta el lugar del encuentro para animar a sus futbolistas y el estadio presentaba un lleno de impresión. Juan y sus compañeros empezaban a impacientarse mientras que el entrenador les daba las últimas indicaciones. Por fin llegó el inicio del partido. El árbitro pitó y el balón comenzó a rodar.
El primer tiempo trascurrió con un dominio claro del equipo visitante, que al llegar al descanso ya iba ganando por dos goles a cero, pero todavía quedaba una segunda parte en la que se preveía que los locales salieran con más fuerza. Y así fue, todavía hoy nadie se explica que en apenas diez minutos el resultado fuera empate a dos.
El choque estaba más igualado que nunca y los nervios a flor de piel. En las gradas, padres, madres, amigos y demás familiares animaban a sus equipos sin descanso. Las manillas del reloj seguían sus pasos acercándose cada vez más al término del partido. Entonces, una jugada de ataque hizo que los locales cometieran un penalti decisivo. El entrenador lo tenía claro, tenía que lanzarlo Juan, era el mejor rematando con la zurda a balón parado y en pocas ocasiones se le resistía el gol. De repente, se hizo el silencio y todo el estadio giró la cabeza hacia él. Se sentía tan observado y con tanta responsabilidad en sus botas que comenzaron a temblarle las piernas. Su mente no paraba de pensar “¿lo tiro hacia la izquierda o hacia la derecha? ¿Y si lo fallo?”
No hubo lugar para el disparo. Juan cayó desplomado al césped y el silencio se rompió con los gritos y llantos de su madre. El árbitro decidió suspender el encuentro mientras los servicios de emergencias trasladaban a Juan al hospital más cercano. Una vez allí, los médicos consiguieron reanimarlo y enseguida hubo uno que descubrió lo que había sucedido. Le miró a la pierna y observó un pinchazo. Al parecer le había picado un alacrán y lo importante era extraer el veneno para evitar males mayores, algo que consiguieron suministrándole un antídoto.
Juan pasó varios días en el hospital, pero se recuperó especialmente rápido gracias a su juventud y sus ganas de luchar. Durante ese tiempo, el partido pasó a un segundo plano pero el reinicio del choque estaba previsto para dos semanas más tarde y Juan no estaba dispuesto a que nadie tirase ese penalti por él…
Más relatos con finales sorprendentes en el bote de Any: remandoensanignacio.blogspot.com
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Yo pensé que el pobre se había caído por puro nerviosismo!...qué papelón! jejeje...pero no, por suerte el alacrán le dio la excusa adecuada para su orgullo de novel futbolista saliera intacto!
ResponderEliminarSeguramente en la próxima oportunidad el tiro le salía perfecto! ejjeej
Un saludos juevero!
En según que circunstancias, algunos caen fulminados, lo de Juan fue un alacrán, mal bicho.
ResponderEliminarCuenta la ilusión, las ganas, ganar si es posible, jugar, mejor. Besito cariñosos y juevero.
cristina, permíteme que me exprese como suelo hacerlo...
ResponderEliminarqué cabrona que eresss¡¡¡ ¿y el resultado del panaltiii? dónde está el resusltaadooo???
me ha encantado la historia...se nota que eres futbolera. eso sí, de signo equivocado...por que a quién se le ocurre ser colchonera? jajja
sabes, me has infundido ese nerviosismo d elos partidos...sabes...tan sólo una vez he visto un partido entre pueblos cercanos, pero partidos oficiales...y sabes, no vuelvo a ver más...leches, si casi linchan al árbitro¡¡¡ debe de ser quizá que los de zamora son unos bestias, que va a ser que no, pues es algo que sé de buena tinta que se da en todos los campos...
ah, te mandé mail para decirte que , al tener otro blog CON EL MISMO ENLACE QUE ESTE desde el enlace de any no se llega a este blog...no sé si este lo has eliminado o qué...aunque aquí he llegado a tarves del enlace de tu comentario a mi escrito...
hay alguien que suele decirme que ya estoy toqueteando todo todo..jajaj..estoy..bue...disculpa...un medio beso..
Si,no nos esperamos ese final, para el novel jugador en su primer día de lo que debió ser de gloria futbolera. Ya habrá otras oportunidades.
ResponderEliminarUn relato fresco, claro, donde surge claramente el ambiente de ese campo de batalla con hinchada incluída...muy Cristina. Sí, ya tienes un estilo, dentro de los jueveros!!
Besos y gracias por tu lindo comentario en mi blog.
Hay una película alemana dce los 70 de Wim Wenders que tuvo mucho predicamento entre las salas de arte y ensayo y las filmotecas de la época llamada "El miedo del guardamenta ante el penalty", en la que un portero se rallaba en mitad de un partido y lo expulsaban o se iba, no recuerdo bien. En éste cso es el miedo del delantero ante el penalty, pero la situación es bien parecida. Un cuento muy bien narrado, va aumentando la tensión esperando la conclusión. Conclusión que nos has escamoteado, jejeje. Yo digo como Gustavo, ¡quiero saber que ocurre con ese penalty!
ResponderEliminarUn abrazo
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarPues lo mismo, yo pensé que se bloqueó y los nervios le jugaron mal. Menudo susto!! Al menos descubrieron la picadura y que tenga la oportunidad de triunfar.
ResponderEliminarUn beso
El equipo visitante parece que llevaba un as en la manga, oportuno el alacran local. eso si, pocos finales mas inesperados en un partido de futbol.
ResponderEliminarUn beso
Sorprendente final, e inesperado. ¿Qué haría allá un alacrán?
ResponderEliminarBueno, seguro que al final lo tiraría y marcaría, seguro.
Un abrazo
Yo pensé que le había dado un infarto de los nervios. Un alacrán? Brrrrrr, que feíto! Por aqui suelen aparecer en verano, me dan pánico.
ResponderEliminarGracias por avisarme del error en la URL, me pasó por apurada ...
un abrazo
Veo que eres futbolera, me gusto el relato,mi hija juega a futbol y es portera, te puedo jurar que me narra los partidos a los que por alguna razón no puedo ir a verla, como si lo viviera por segunda vez jajajja Espero que el penalti no entrara ( pobre portero )y maldito Alakran, seguro se escapo de la mochila de algun contrario, volvere por tu casa..Besos Lucia.
ResponderEliminarCuánta presión debe haber sentido ese pobre muchacho, tantas miradas sobre él, y tanta responsabilidad a su cargo.
ResponderEliminarMenos mal que el mal momento lo pudo superar, y curarse, y ojalá la próxima vez logre tomarlo con más calma.
Un besote.
Sorpresas entre presiones, la derrota inicial, el empate, la posibilidad de la victoria, y en medio de toda esa emoción el destino en forma de un bicho precioso.
ResponderEliminarSólo la solución a tanto misterio se demoró unas semanas.
Besos
Mira tú que un bichito tan chiquitito diese una sorpresa tan grande, pobre madre, que susto!, he vivido el partido y me has conseguido engañar, un alacrán, que ocurrencia, jajajaj, miles de besossssssssssssss
ResponderEliminarCompañera, te había pasado por alto, no tengo perdón!
ResponderEliminarUn beso y me alegra conocerte.
Nena que no veo tu coche rojo....jajajaja.
ResponderEliminarBESICOS
Reviso y zas! que no hay comentario ayyyyy con blogger. Bueno pues lo que te decia era que para nada pensé en un bichejo picando al pobre Juan, realmente una sorpresa y un susto para todos. Gustavo lleva razón que se nota que te gusta el futbol jejeje has ido creando la tensión por saber el resultado.
ResponderEliminarBuen relato.
Besos.