El suyo no es un trabajo común. Lo ejerce por cuenta propia, sin jefe, contrato, seguridad social ni horario establecido. Normalmente, solo se permite la noche para descansar.
No conoce el derecho a huelga, los festivos o días de asuntos propios. No dispone de oficina ni sitio fijo en el que desarrollar su labor.
El salario que obtiene no depende solo de la cantidad de horas que trabaja, sino también de la generosidad de aquellos a los que va dedicado su tiempo y empeño.
Siempre le acompañan una sonrisa en la boca, un puñado de papeles en el bolsillo, palabras sinceras y su herramienta de trabajo. Nunca se separa de ella, pues la necesita para conseguir dinero de la manera más honrada que conoce: haciendo aquello que mejor sabe hacer.
La música es su gran pasión. Jamás pisó el conservatorio, ni siquiera dio clases de solfeo, todo lo que toca con su preciada guitarra lo aprendió de manos de su padre, quien le dejó como única herencia ese bello instrumento de cuerda.
Juntos recorren, cada día, las principales estaciones de metro de la ciudad. Deambulan de un vagón a otro, incansables, a la espera de una mirada cómplice y unas cuantas monedas. A veces lo consiguen, otras sufren desaire e ingratitud. La vida bajo tierra no es fácil, pero sabe que, a la salida, le aguarda algo aún peor.
Más historias sobre el trabajo en el blog de Encarni
Conoce los sinsabores y sabores de aquello que eligió. No se deja desalentar.
ResponderEliminarBien planteado.
Que emotivo relato. Estos tipos de trabajo son los que pasan inadvertidos ante la sociedad, trabajos crueles, apenas para sobrevivir. Fue un placer leerte.
ResponderEliminarSaludos
Me encantan los músicos callejeros porque ponen alegría en la sordidez de las ciudades.
ResponderEliminarCada uno se gana la vida como puede y si es con algo que le gusta, mejor; aunque es una pena que tengan que hacer tantas horas y no puedan tocar en un local. La crisis hace agudizar el ingenio.
ResponderEliminarMuy buen relato
Un abrazo
Hay muchos casos similares que SÍ tienen jefe, pero se les niega todo lo demás que es peor...
ResponderEliminarUn besito, Cris. Buen finde, COMPI.
Creo que vamos a hacer algo al respecto, desde la dirección del Metro vamos a promocionar los conciertos en el interior del recinto e intentaremos hacer una gira por los diferentes metros. Estas personas se merecen una oportunidad.
ResponderEliminarUn Saludo.
Atentamente,
(Gerente de Actos culturales en el Metro)
Un trabajo tan digno como otro cualquiera, pero sin derecho al paro. A mí me gusta la música, y cuando los veo, les hago señas que se acerquen, y siempre doy algo.
ResponderEliminarsaludos solidarios.
Bonito sueño en las entrañas de la Sociedad. La música siempre hay que pagarla. Es Grande aunque se muestre medio escondida.
ResponderEliminarAmeno relato, real y estimulante.
Besos
LO PEOR ESTA AFUERA, ARRIBA...¿?¿?¿
ResponderEliminarjoderse, cristina, y es que es la verdad¡¡
medio beso.
Muy bueno Cris. Me ha parecido original y bien estructurado.
ResponderEliminarFabian Madrid te manda un beso.
Bueno, al menos está haciendo algo que le gusta y tiene que estar orgulloso porque seguro que alegra el día a muchas personas aunque otras apenas se den cuenta de que existe.
ResponderEliminarUn beso
Bonito relato. Menos mal que existen los músicos de calle y nos alegran el día. Algunos cantan de maravilla y otros no. Como los pájaros en primavera o los pimientos de padrón en el plato.
ResponderEliminarUn besote Cristina
Un texto muy bien escrito, impregnado de ilusión a pesar de la incertidumbre y la dificultad del camino.
ResponderEliminarEn cuanto al "ambiente de trabajo", no es el más idóneo para la belleza.
Dos ejemplos:
http://youtu.be/MhS57wqID7Q
http://www.20minutos.es/noticia/220776/0/violinista/metro/virtuoso/
Precioso Cristina, bajo tierra ,resguardado del viento, haciendo lo que le gusta, no está nada mal..
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