Llegó mi turno. Acaban de ponerme sobre la mesa. Deslizan sobre mí un objeto punzante que me hace cosquillas. Poco a poco, mi cuerpo se cubre de color. Al principio son movimientos ligeros y titubeantes. Después, algo más violentos. Me duele. Acaban de hacerme un pequeño agujero de tanto rallar mi delicada piel. De repente, paran. Creo que llega la calma, pero no es así. Unas manos me cogen con rabia y siento pliegues que aumentan en número e intensidad. Paso de ser plano a deforme. No me gusta. Sé que ha llegado el fin cuando me lanzan a la papelera y mi cuerpo choca contra el fondo.
Has hecho una epopeya de la vida de un folio que sale del paquete. Bien no podía haber ido a la papelera, podía haberse recogido en el bloc destinado a engrosar las obras o relatos. Me ha gustado tu síntesis.
ResponderEliminarCuantos arrugamos y tiramos hasta que el texto queda a gusto del que escribe, a ti este te quedó como para no arrugarlo ni tirarlo. Muy buen trabajo.
ResponderEliminarUn beso.