jueves, 6 de febrero de 2014

Este jueves, un relato: "En prisión"

                                                           

                                                DIARIO DE UNA PRESA


Día 365. Hace un año que entré en esta prisión y no hay ni un solo día que no me arrepienta de lo que hice. ¡Fui tan imbécil! Arruiné mi vida por una cantidad de dinero que ya nunca lograré conseguir. Si ya me lo decía mi madre, “hay que ganarse la vida de forma honrada, hija”. Pues nada, yo elegí el camino más corto y me equivoqué. Ahora no me queda más que apechugar con las consecuencias.

Sabía que el plan era arriesgado. Los controles en el aeropuerto son duros y no resulta tan fácil pasar droga. Pero la manera que me habían recomendado a mí parecía tan segura… Pensé que no sospecharían de un par de figuras de porcelana que llevaba en el equipaje de mano a modo de souvenir. Si lograba embarcar, seis mil euros me esperaban al terminar el viaje y un futuro mejor con mi hija, a la que ya a penas podía alimentar. Era arriesgado, pero merecía la pena. ¡Seis mil euros por un viaje!

Solo una persona en España conocía mis intenciones. Peleada con mi madre, necesitaba alguien de confianza con quien dejar a la niña durante mi ausencia. Y nadie mejor que mi amiga Chari. Le hice prometer que cuidaría de ella en caso de que me sucediera algo, aunque esta era una posibilidad que ninguna de las dos barajábamos. ¡Que mal lo ha debido de pasar ella también! Cuando llegaron a España noticias mías, asuntos sociales se puso en contacto con mi madre, la única familiar que encontraron, y le dieron la custodia de mi pequeña hasta mi vuelta.

No quiero ni recordar el momento en el que me detuvieron y me llevaron hasta aquella cochambrosa sala del aeropuerto Ernesto Cortissoz, en Colombia. Dos policías con cara de pocos amigos comenzaron a increparme, preguntándome si creía que eran tontos, “nosotros ya conocemos prácticamente todas las formas que inventan los narcos para traficar con droga”, repetían. “Se aprovechan de vosotros, los correos y las mulas, para taparse el culo”.

A partir de ahí, comenzó el calvario que ahora vivo. Aquí, las leyes son duras, mi condena es de cinco años por intentar pasar un kilo de droga, ¡cinco años! Aún llevo solo uno encerrada en esta prisión y me parece toda una vida. Los días se hacen eternos, el ambiente  no es bueno y la comida es todavía peor. La soledad y la falta de libertad hacen mella en mi salud, que empieza a deteriorarse. ¡Esto es una pesadilla! No dejo de pensar en mi hija, tiene cuatro años y cuando regrese a España, creo que no me recordará. Por no hablar de lo que le esté contando mientras mi madre…

Ella es lo único que me hace seguir adelante, pensar en mi niña. Mi niña, por la que hice todo esto. Sé que jamás me lo perdonaré. Sé que jamás me perdonará. 

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15 comentarios:

  1. Si pudiéramos rebobinar la vida, pero...imposible, lástima, un drama que sucede cada día, una equivocación que se paga cara, más en esos países con cárceles horrendas. Lo cierto es que nada se obtiene gratis, todo pasa factura, menos...a algunos que están a salvo con sus estafas y corrupciones por todo lo alto. Pagan los delincuentes de bajo nivel, los de alto, tan ricamente, nunca mejor dicho.
    Buen relato que traspira humanidad y tristeza.
    Besitos.

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  2. un relato que se da con demasiada frecuencia por desgracia. Has plasmado muy bien el arrepentimiento y la desolación de una madre presa.

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  3. Muy tristes estas historias tan reales Cristina....

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  4. Terrible historia. Nunca los caminos aparentemente fáciles,seguros y cortos resultan ser tales.
    Un abrazo

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  5. Buen mensaje para el que quiera escucharlo. Es el dejarse llevar por lo fácil, y por las tonterías que pueden rondar por ciertos ambientes alejados de la consciencia y la rectitud. Es un buen cuento con un final nada deseable, pedrfo real. Un saludo.

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  6. Me has recordado una frase que me hizo mella cuando la lei Cristina.
    "Nunca los caminos cortos te llevarán a sitios que merezcan la pena".
    Acabo de darme cuenta de que coincido con Mónica, pero es que se trata de una realidad y la está sufriendo en sus propias carnes.
    La cuerda siempre se rompe, lamentablemente, por el lado más débil que en este caso era ella.l
    Un fuerte abrazo.

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  7. Una dura realidad, la que has contado con tus palabras. Las tantas motivaciones que le llevan a aceptar a pasar la droga, muchas veces con el simple fin de recibir un dinero para resolver una situación económica penosa... y luego? Has narrado esa desesperación y desesperanza de manera que agobia, no solo al personaje sino a quien te lee.
    Besos!
    Gaby*

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  8. Historia real como la vida misma. ¿Cuántas veces no hemos oído un caso como éste?
    Un abrazo

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  9. Si los hijos aceptasen que los padres son también humanos y tienen sus debilidades, muchos menos traumas familiares se vivirían...

    Son tan reales estas historias. Muy buena, Cristina.

    Un besito y tu café.

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  10. Uno hace tantas cosas por los hijos, se arriesga a cosas que a veces salen mal, y termina pagando las consecuencias y perdiendo todo. Siempre hay otros caminos para transitar, hay que pensar bien antes de tomar estas decisiones. Un relato duro, que deja tristeza a quien lo lee.
    Un beso.

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  11. Tan real como conmovedor. Dramática realidad a la que se recurre, cuando se cierran los caminos... Muy bien llevada tu intención. Nos trasmites la angustia de esa muchacha con mucha intensidad.

    besos

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  12. La necesidad hace que se elija el camino más corto, pero no el más acertado, Pensar que no ocurrirá nada es una torpeza, siempre pasa. Angustia, desesperanza es lo que desprende tu personaje. Muy bien Cris.
    Un abrazo.

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  13. Hay muchos casos como este que cuentas, la gente se ve abocada por la necesidad ha hacer cosas que de otra manera no haría, no son delincuentes, solo han cometido un error en su vida que por desgracia pagarán muy caro.
    Esta gente si me da pena, además en prisiones que no reúnen las mínimas condiciones para un ser humano.
    Un beso

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  14. Que bien has recreado una situación por la que muchos deben pasar y, efectivamente, caer como pardillos.
    Qué lástima.
    Besos, amiga.

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  15. Se siente el arrepentimiento, la angustia y el saberse perdida, por que un dia el ahogo de la vida la hizo trastabillar,
    Que bien narrado, Cris.

    Un abrazo :)

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