miércoles, 4 de diciembre de 2013

Este jueves, un relato: "En el convento"




Cuando le preguntaban qué quería ser de mayor, siempre contestaba lo mismo: “monja”. Su madre pensó que eran cosas de la niñez o de la influencia que su catequista ejercía sobre ella. Creyó que con la llegada de la adolescencia cambiarían sus perspectivas de futuro. A esas edades, las chicas empiezan a tener otros intereses. Salen de fiesta, hacen nuevas amistades, coquetean con chicos… Pocas son las que siguen yendo a misa cada domingo pese a los consejos de sus padres.
Contra todo pronóstico, las inquietudes religiosas de la niña que soñaba con vivir en un convento y vestir hábitos blancos, crecieron con el paso de los años, tanto, que además de asistir a misa cada día, confesar con frecuencia, rezar y leer los evangelios, decidió estudiar teología para profundizar y conocer mejor la palabra y el mensaje de Dios. Tenía las ideas tan claras como el nombre del convento de clausura en el que estaba dispuesta a pasar el resto de sus días. Una vida de entrega total al Señor.
A las puertas de aquel edificio, madre e hija se abrazaron con diferentes sensaciones. La primera, feliz por la decisión que había tomado. La segunda, algo resignada. Siempre había querido lo mejor para su hija y era consciente de que su felicidad pasaba por una vida muy diferente a la que había pensado para ella.
Las puertas del convento se cerraron dejando dentro sueños, esperanzas, ilusiones, fe. Fuera, desconsuelo, tristeza, incertidumbre. “¡Que Dios te bendiga, hija!”, musitó entre lágrimas mientras se alejaba con una imagen en la cabeza, la de su pequeña asegurando con rotundidad que de mayor quería ser monja.

Más historias sobre conventos en el blog de Rhodea Blason

21 comentarios:

  1. Todos mis respetos hacia quien sigue el dictado de su conciencia.

    Un beso

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  2. No puedo opinar lo mismo que Valaf. Me parece una conducta autodestructiva.

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  3. En mi caso, pese a que me ha costado entenderlo. Lo respeto profundamente y he conocido a algunas personas felices en ese tipo de elección que irradian mucha felicidad y son bastante normales para vincularse con los demás. Muy buen relato Cristina...

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  4. A las madres y padres nos cuesta a veces aceptar las decisiones de los hijos, pero nos equivocamos, cuando son meditadas y firmes deben aceptarse, es más, deberíamos felicitarnos de que la hija tenga sus ideas claras, las que sean si han de conducirle a la vida que quiere. Intentar que hagan la que nosotros soñamos es un error, una injusta transferencia de deseos proyectados en los hijos. Quizas me costaría entenderlo y mucho, pero intentaría aceptarlo.
    Muy buen relato, intenso y para reflexionar, besito dulce.

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  5. ¿La madre la llevó a correrse unas buenas juergas antes o le regalaba rosarios y misales para su cumpleaños? ¿O simplemente la dejó a su libre albedrío sin interponerse a los deseos de su hija porque era firme en sus decisiones?...

    Difícil tema, amiga mía.

    beso y cafelito.

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  6. En tu relato, aparece el interés propio y vocacional, de ser religiosa. Algo que venía desde la infancia y a lo que no renunció, ni ante la pena de su madre al dejarla allí o cualquier otra tentación que la vida pudiera ofrecerle.
    Un relato que muestra que no siempre obligan las circunstancias a tomar estas decisiones, sino que el corazón, también marca el camino de algunas personas.
    Muy bien contado Cristina! Besos!
    Gaby*

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  7. Que difícil resulta algunas veces aceptar las decisiones de los hijos, pero si se les educa para que sean libres y consecuentes con sus deseos... no queda mas que apoyarlos.
    Un beso

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  8. Sabes que si a continuación de tu relato ponemos el mío, con alguna, mínima explicación, encajarían perfectamente. Es parte de la magia de estas convocatorias jueveras.
    Besos.

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  9. Hay ides que se toman en la infacio que que aunque no te crean, son ya deciones maduras. Pero con el tiempo las cosas se van viendo diferentes,la realidad se impone, y raro es el que ls s sigue. El caso de tu monjita fué al contrario. Seria la escepcion que marca la regla.
    Un fuerta abrazo

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  10. Desde luego eso es tener las cosas claras, porque son pocas las que hubieran seguido con esa idea, no sé, hay personas que saben muy bien lo que quieren desde el principio; aunque son las menos.
    Un abrazo

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  11. Hay decisiones de los hijos que cuesta entender, pero cuando los vemos totalmente decididos no nos queda más que apoyarlos. Esta historia tuya, nos muestra el deseo desde que era pequeña de ser monja, hay quien lo ha vivido así y lo ha llevado a término, es su elección.
    Un abrazo.

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  12. Debe ser una decisión difícil de aceptar y respaldar, porque sobre todo, en la práctica significa renunciación, aunque se elija con libertad y vocación.
    Un abrazo

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  13. No entiendo muy bien esa vocación tan clara y tan temprana pero por supuesto hay que aceptarla. La historia está muy bien contada pues la madre quizás sea la que más sufre porque no volverá a ver a su hija, es casi como si muriera...
    Un beso

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  14. Es dificil encajar una decisión así, pero hay que respetarla a pesar de que no guste demasiado (lo digo por la madre). Creo que lo duro no es que se haga monja, sino el no poder ver a la hija.

    Bss.

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  15. Un relato que viene a ser como un documento real de algunas vocaciones que se persiguen con obstinación hasta que se consuman.
    Conozco vocaciones de ese tipo que han durado poco, aunque supongo que la mayoría de ellas se han completado en todos sus destinos.
    Besos

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  16. Pásate por mi blog y tendrás un premio que te recordará mi primera convocatoria. Muchas gracias por participar

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  17. Los padres nunca llegaremos a entender del todo que los hijos no nos pertenecen. Los educamos para que sean libres, para que decidan su destino, su futuro, lo que les gusta y lo que no, los educamos para la libertad, pero a veces, como en el caso que nos cuentas, las consecuencias de esa libertad que les hemos inculcado, nos duele mucho.Sólo nos queda aceptar y apoyar sus decisiones.
    Sé que he tardado en venir a tu rincón. Discúlpame por ello.
    Un abrazo.

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  18. Has dejado prueba de que para muchas/muchos, la vocación es consagrarse a esa vida. Un relato que muestra con claridad, lo que para muchos es convicción y fe.
    De todo hay es la viña del señor...

    De paso, este relato, ya sirve para la próxima propuesta juevera... :)

    Un fuerte abrazo, querida Cris.

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  19. Muy interesante tu capacidad para meter dos en uno jejeje. La historia muy bien construida, de principio a fin. Tienes capacidad para fantasear y eso es lo principal para poder escribir un buen blog literario. Te felicito, y por ello te he dado un premio que puedes pasar a ver por mi blog y sin ningún compromiso. Un beso muy grande.

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