Se acabó el otoño. Nos quedamos sin castañas.
Se esfumaron los recuerdos de antaño, la añoranza de tiempos pasados.
Nadie piensa en el ayer, tampoco sueña con el mañana.
Hay que hacer piña, unir fuerzas para conseguir la hazaña.
Los niños juegan ajenos a lo que se avecina.
Les espera un futuro sin un pañuelo en el que secar las lágrimas.
Gotas de agua salada descienden por la cara y las mejillas bañan.
Llantos de impotencia al no poder construir como refugio una cabaña.
No existe el mañana. Nos quedamos sin España.
Hasta el país se esfuma, de la noche a la mañana.
Y todo por la desaparición de una letra, que hasta sin apellido me deja.
¿Os dais cuenta ahora, de que la “Ñ” es necesaria?
Muy necesaria tanto como la sonrisa.
ResponderEliminarLas señas de identidad son irrenunciables y el uso de la letra Ñ es una de las señas de identidad diferenciadoras de nuestro idioma. Pîenso que, efectivamente, no debemos de renunciar a ella.
ResponderEliminarMe gusta la defensa que de ella haces en tu poema.
Un fuerte abrazo.
Me gusta la letra ñ, con esa rayita ondulada adornandola, siempre me gustó.
ResponderEliminarademás suena muy bien. Como tu poema.
Un abrazo.