martes, 2 de octubre de 2012

De copas



Las chicas del 4º C cumplen con su ritual de cada sábado por la noche. En el baño, Rocío se aplica la máscara de pestañas. Mientras, Lucía taconea por el pasillo, con un zapato de cada manera, preguntando cuáles pegan más con el vestido que lleva “¿me pongo los negros o los marrones?” grita sin cesar, pero no recibe respuesta alguna. María, tan puntual como siempre, las espera sentada en el sofá sin dejar de mirarse el reloj. Pasados unos minutos, salen a la calle con la esperanza de disfrutar de una buena noche. Han quedado en Alonso Martínez con Rosa y Ana para ir a tomar unas copas en el pub al que son asiduas desde que llegaron a Madrid.
Nada más entrar, se acercan a la barra y piden cinco chupitos al camarero. Enseguida empiezan a animarse e intercambian miradas con los jóvenes de al lado. A Lucía hay uno que le llama especialmente la atención. Cuchichean y se ríen hasta que el chico se acerca por detrás y le da un golpecito en el hombro. “Perdona, te estaba mirando y el caso es que tu cara me suena bastante”. Ella piensa que es la típica excusa para entablar conversación y no duda en aprovechar la oportunidad para tratar de ligar con él. A estas alturas de la noche, presiente que la cosa se puede dar bien. Hablan y hablan sin percatarse de que se han quedado solos. Al parecer, Jorge, que así se llama el joven, coincidió con el hermano mayor de Lucía en la Universidad.
De repente, la coge de la mano y la invita a salir fuera con la excusa de que no la oye bien debido al ruido de la música. Los nervios se apoderan de ella, le tiemblan las pierdas y nota como empiezan a sudarle las manos. “Tengo que hacerte una pregunta”. La frase la deja paralizada, está deseando saber qué le quiere decir. "¿Puedes darme el número de teléfono de tu hermano? Tengo que confesarte que estoy enamorado de él desde el momento en que lo conocí y necesito decírselo”. Aquellas palabras la devuelven de un golpe a la realidad. No puede creer lo que le está sucediendo. Se ha quedado fuera de juego y a penas reacciona. “Entonces, me das su móvil o no?”. “Esto es el colmo, vaya, no estoy dispuesta a pasar por semejante humillación”, piensa y sale corriendo a tanta velocidad como le permiten sus pies cansados y doloridos por los enormes tacones.

2 comentarios:

  1. En un mundo en que las relaciones interpersonales cada vez son más francas y variadas, es lógico que se puedan dar situaciones como la protagonizada por Lucía, que creyendo haber ligado, casi se convierte en Celestina entre su presunto ligue y su hermano. Vivir para ver debió pensar mientras ponía tierra de por medio.
    Divertido e imprevisible final, Cristina.
    Un abrazo.

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    1. Vaya fracaso con el ligue, ¿quien lo iba a decir?
      Divertido relato
      Un beso

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