Siempre había participado en el
certamen y en pocas ocasiones se había quedado sin premio. ¿Por qué ahora su
mente se había declarado en huelga?
Aquella
tarde se encerró en su habitación, en silencio, desconectó el teléfono móvil,
se tomó un café doble y se dispuso a esperar, con impaciencia, la visita de las
musas. “Venga, Fátima, un poco de calma”, se decía para tranquilizarse.
Mientras,
en el interior de su cerebro, las letras convocaron una asamblea extraordinaria
para tratar de ayudarla. “Ha llegado el momento”, dijo la veterana de las “as”. “Tenemos que dejar atrás la pereza. Es
cierto que aquí se está muy bien, todas juntas, tan a gusto, sin temor a las
críticas de ahí fuera. Pero nuestra misión es ser utilizadas por Fátima,
facilitarle su trabajo. Además, pensarlo bien, ¿no os atrae la idea de la fama?
Formar parte de un relato y ser vistas por multitud de curiosos ojos?”. Un
murmullo invadió la mente de Fátima, donde las letras comenzaban a cambiar de
opinión y a ordenarse dispuestas a salir.
La
joven notó un leve dolor de cabeza y justo cuando se disponía a abordar la
misión, un torrente de ideas la sorprendió. Eran tantas que no sabía por cual
decantarse hasta que se decidió por una de ellas. “¡Por fin tengo tema para mi
relato!”, exclamó. Y se puso a escribir como nunca antes lo había hecho.
La
veterana “a” se sintió orgullosa de la labor realizada. Había llegado el
momento de dar paso a su sucesora, su misión allí había culminado. Y salió para
formar parte de la última de las palabras de un precioso relato con el que
Fátima ganó, una vez más, el concurso de la Universidad.
No está mal. Te debe haber pasado lo de tu relato.
ResponderEliminarLas teras buenas aliadas y compañeras, ayudan sin apenas darnos cuentas.
ResponderEliminarBesos Cris.
letras.....
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