Alfredo permanece sedado. La medicación ha causado tal efecto en su debilitado cuerpo, que continúa dormido ajeno a lo que sucede a su alrededor. Junto a él, sus cuatro hijos y un médico que ha optado por ayudarles en una arriesgada misión: hacer realidad el último deseo de su anciano padre. No todos están de acuerdo, pero la decisión ya está tomada y ahora esperan ansiosos que abra los ojos y descubras lo que han sido capaces de hacer por él.
Un poco aturdido aún, comienza a sentir una ligera brisa en la cara y ese olor inconfundible que lo trasporta a la niñez. Cree que es un sueño, no quiere despertar. Coge aire y comprueba que se trata de ese aroma añorado, un olor que para él es el mejor de los perfumes.
De repente lo invade una tranquilidad inusitada, algo que no le ocurría desde hacía años, justo cuando le diagnosticaron aquella terrible enfermedad. No aprecia el dolor, no nota sufrimiento alguno, si lo que está viviendo es real, ya puede morir tranquilo.
Poco a poco reacciona, abre los ojos y mira al cielo, un cielo azul, adornado por nubes blancas y pequeñas gaviotas que vuelan de un lado para otro. Después, mira al frente para contemplar el mar al que tanto ansiaba volver. Por último, a su derecha y a su izquierda, encuentra las miradas de sus hijos. Ojos que brillan conteniendo las lágrimas con un sentimiento agridulce: la satisfacción del deseo concedido y la tristeza de la despedida.
Alfredo suspira, pronuncia un sincero “gracias” y sus párpados se vuelven a cerrar para no volver a abrirse nunca más.
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Pienso que tu relato tiene un tinte de gran realismo......tal vez cuando nos llega la hora, si tenemos tiempo habrá algún deseo pendiente que se cumplirá. ¡Me gustó mucho Cristina!
ResponderEliminarPrecioso Cris, este hacer realidad el deseo de alguien a quien se ama, ojala fuesemos capaces de hacerlo sin que tenga que ser, en una situación en la que ya no hay regreso.
ResponderEliminarUn abrazo.
Cuando llega la hora, llega, hermoso relato Cristina. Alfredo pudo decir "Gracias" porqué su mente estaba lúcida. Para los hijos tiene significado, dado que estas situaciones terminales, siempre nos queda el dolor de no poder hacer más por quién amamos.
ResponderEliminarUn abrazo.
¿Hay algo tan bonito como conceder un último deseo? Creo que no, ese pobre hombre murió con su sueño cumplido.
ResponderEliminarUn abrazo
Muy bueno Cristina. Ese último deseo y partir acompañado de los tuyos.
ResponderEliminarUn beso.
Emocionante último deseo a través del olfato a través de la vida, hasta llegar, acompañado, sosegado al pozo donde las miradas amadas le sostienen...fundido.
ResponderEliminarNo puedo imaginar una forma más sosegada de irse, dormirse.
Hay que respetar ese deseo, es ineludible es cariño.
Besito y felicitaciones.
Una dulce despedida, quizás sea lo que todos deseamos, no? Seguiré visitando tu blog y te invito a conocer el mío.
ResponderEliminarHacer posible la concreción de un anhelo, un último deseo a modo de despedida...qué hermosa manera de manifestar amor!
ResponderEliminar=)
Eso sí que es morir en paz, con el deseo cumplido. Una última realidad que revalida una vida a la que por fin, no le ha faltado nada.
ResponderEliminarMuy cinematográfico y emotivo texto, se palpa:
Besos
Es el mejor momento para morirse.
ResponderEliminarEse último deseo por cumplir antes de partir... junto con todos los suyos...
ResponderEliminarMe llegó, Cristina
Besos!!
Partir en paz, con el último deseo cumplido y la bendición y el cariño de aquellos a los que amas... Agridulce texto que, sin embargo, nos llena de paz e incluso de envidia...
ResponderEliminarUn abrazo.
Un gesto de ese amor generoso que tanto deseamos cada día de nuestra vida recibir. Cuando se llega al final del camino, debe dar mucha paz, sentir que alguien se mantiene a tu lado, para seguir dándotelo.
ResponderEliminarTierno y conmovedor, Cristina. Te deseos muchos deseos por soñar y realizar.
jolín tía qué duro.... bellísima sin duda la imagen del mar como último deseo del pobre hombre. me ha llegado, aunque triste, me ha llegado ^^
ResponderEliminarCumplir el último deseo: estar frente al mar mientras se despedía de su vida y retornaba a un pozo singular y único. Fue todo un lujo que su familia se esforzara por honrar y arrojar su deseos al mar.
ResponderEliminarUn abrazo
Me parece precioso ese final, junto a sus hijos, en el lugar en que se siente feliz.
ResponderEliminarEse agradecimiento del hombre es conmovedor.
Besos, amiga.
Cristina... has ido preparando con palabras lo que el mar en su inmensidad va recogiendo. Brisas, recuerdos, juegos y un gracias que se te clava en el alma.
ResponderEliminarUn besazo.
Un deseo que ahora es fácil de cumplir, aunque no en el último instante de vida claro, pero mucha gente mayor del interior se murió con ese deseo...
ResponderEliminarMuy bonito el relato
Una partida que se hace suave a través de tu relato, que se siente serena.
ResponderEliminarUn bello relato que a pesar de su tristeza me ha gustado mucho.
Un beso.
Cumpliendo su último deseo... Un final al que debemos enfrentarnos todos. Saludos.
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